Julieta

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A m铆 me gustaba mucho el Almod贸var de las primeras pel铆culas, con aquellos personajes lib茅rrimos que hablaban con la espontaneidad de las barriadas, y el vocabulario de los suburbios. Y aunque sus desventuras casi siempre sexuales u homosexuales eran una exageraci贸n de follet铆n, o de carnaval, yo me los cre铆a como a un vecino de toda la vida, como a un colegui del instituto que se hubiera metido en parecidos berenjenales.

    En los 煤ltimos tiempos, sin embargo, con la 煤nica excepci贸n de Volver, las pel铆culas de Almod贸var son una sucesi贸n de altas damas de nuestro teatro, o de nuestro cine, que se ponen muy intensas para recitar textos literarios que nadie en su sano juicio utilizar铆a para expresarse. Todas ellas tienen un algo de Norma Desmond en El crep煤sculo de los dioses, afectado y aberarnte. Es muy posible que los relatos de Alice Munro sean cojonudos, pero su efecto literario en boca de las chicas Almod贸var suele ser rid铆culo, lamentable, como de mal culebr贸n de la sobremesa, y la pel铆cula en cuesti贸n se convierte en motivo de burla para los enemigos ancestrales de don Pedro. 

    Otras veces, como en Julieta, esta incongruencia teatral no molesta especialmente, quiz谩 porque las actrices se curran el esperpento, y salen airosas del compromiso, pero el efecto dram谩tico se pierde por completo, y el drama que ten铆a que conmovernos y arrancarnos la l谩grima se queda en la piel sin traspasarla, como si los personajes nos lanzaran miguitas de pan, y no flechas puntiagudas, ni lanzas oxidadas. S贸lo la canci贸n final de Chavela Vargas suena aut茅ntica y sincera, y redime, en parte, la decepci贸n repetida de los noventa minutos anteriores.



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