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Hace 25 años no estaba
bien visto buscar el amor de formas -vamos a llamar- “no presenciales”. Las
malas lenguas decían que era el recurso de los feos y los desesperados. De
los parias en el amor. De los que no sabían bailar o se les trababa la lengua en
el cubata. De las mujeres casquivanas que no aceptaban el curso natural de su
soledad.
En 1998 -que para unas cosas
es ayer mismo y para otras es el mundo de los Picapiedra- existían las agencias
matrimoniales, que eran como las gestorías del amor, y también los anuncios por
palabras, donde solía escribirse “Hombre respetable y limpio busca una mujer para
fines serios”, o “Mujer hacendosa y simpática busca conocer a un hombre que no
se fije solo en las apariencias”. Internet aún caminaba con pañales, cagándose
encima cada dos por tres, y solo algún genio malévolo de Silicon Valley preveía
la creación de las apps del ligoteo que ahora ya son herramientas de uso común,
libres de caspa. “Tienes un e-mail” se rodó el mismo año que “Cuento de otoño”
y sólo hay que ver cómo ligaban los pocos americanos que tenían una conexión
decente a los servidores.
En 1998, para una mujer como
Margali, la viticultora que decidió trasladarse a las faldas del Mount Ventoux
para producir vinos de calidad, las opciones de conocer a un hombre de la
manera tradicional -tête à tête, como diría ella en su lengua vernácula- se reducen
básicamente a tres: esperar que el vecino de finca esté de buen ver, bajar a la
disco del pueblo a menear el esqueleto el saturday night, o confiar, como ella
dice, en que le caiga el príncipe azul de los cielos también azules de la comarca, tan
benéficos para su ánimo y para sus viñas.
Margali dice que a sus cuarenta
y tantos años ya pasa, que ya no siente el deseo. Que el trabajo en las viñas
es abrumador y la satisface por entero. Pero su amiga, que escucha sus
confidencias con atención, no termina de creérsela. Ella sabe que
Margali todavía se toca en las noches solitarias, así que decide poner un
anuncio en la prensa local, como cantaba Joaquín Sabina en “Rebajas de enero”.
Esto son las rebajas del otoño, pero también sirven para encontrar algún
chollo por ahí.
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