🌟🌟🌟
Lo más curioso de todo es que el último mohicano -el indio que da título a la película y que se ha convertido en patrimonio cultural porque aquí todos nos creemos los últimos mohicanos de lo nuestro- no es el buenorro de Daniel Day Lewis (que, por cierto, bizquea cosa boba cuando fija la mirada), sino su padre adoptivo, el tal Chingachgook que es un personaje secundario con muy poco diálogo. Tan es así, que solo al final de la película, cuando la cámara por fin se detiene en sus evoluciones, comprendemos que él es la víctima más perjudicada de toda esta aventura colindante con Canadá.
Porque los ingleses, en el siglo XXI, siguen existiendo, y franceses también, a mogollón, que hace dos veranos yo me los cruzaba por París y pensaba que Napoleón podría levantar cuatro Grande Armées con sus compatriotas. Pero mohicanos, al parecer, según se dice en el guion, ya no queda ninguno sobre la faz de la Tierra, justo desde que el hijo verdadero de Chingachgook murió descabellado y despeñado por defender el honor de su dama londinense.
(Luego paseas por la Wikipedia y descubres que el autor de la novela original andaba bastante equivocado, y que los mohicanos, como otras víctimas de la avaricia del rey de Inglaterra y del rey de los franceses, sobrevivieron como pudieron y se resignaron a vivir en las reservas que el gobierno federal les preparó con todo su amor).
Desconozco la edad que tenía Chingachgook en el momento de quedarse sin su hijo. Pero si miras la edad del actor en el momento del rodaje resulta que tenía 53. Uno más que yo ahora. Y a mí, ejem, todavía se me... ejem. Quiero decir que un guerrero como él, no muy guapo pero valiente y en buena forma, podría haber repoblado los campos de Manitú con el poder de su simiente. Viudas, visto lo visto en la película, no le iban a faltar. Quiero decir que ser el último mohicano no era una maldición insoslayable.
¿Madeleine Stowe, por cierto?: guapísima, arrebatadora. Podría formar parte de algún Top 5 de esos que se elaboran con dos cervezas en el coleto. ¿Daniel Day Lewis?: bisojo, ya digo. Envidiable en cuerpo y alma, pero bisojo. Hay que estar tan bueno como él para que las mujeres pasen por alto tamaña bisojez y se derritan de deseo.