🌟🌟🌟🌟
Los actores españoles del siglo XXI ya se parecen muy poco a José Luis López Vázquez. Tanto que ya puedes confundirlos con europeos de verdad, tan altos como son, y tan estilizados, ligando con extranjeras tirando del inglés. Las nuevas generaciones se crían con muesli y con yogur desnatado y eso se nota mucho en los fenotipos.
Pero eso es en las pantallas de cine, claro, donde escogen al ganado: en la vida real, en La Pedanía misma, los paisanos de los bares siguen siendo más o menos como don José Luis: bajitos, calvetes, feotes, histriónicos, celtibéricos de pura cepa. Fuera de la televisión, la mezcla genética resiste los asaltos multiculturales como atrincherada en un cromosoma numantino.
José Luis López Vázquez era un actor genial y un trabajador incansable. Pero es que además, en los años 60 y 70, era uno de los nuestros. Él encarnaba como nadie al español medio, reconocible en cualquier lugar. Y la gente, cuando le veía en las películas, se identificaba con sus sueños y con sus manías. Sus personajes solían pertenecer a la clase media aspiracional, y en aquellos tiempos, la aspiración de cualquier españolito era forrarse sin dar golpe y tirarse a las suecorras en la playa. O sea, como ahora, pero sin apenas armamento, a pecho lobo descubierto, poniéndose de puntillas para disimular el 1’60 y tirando de retóricas imperiales y machirulas que siempre conducían al fracaso.
Lo cuentan en el documental, pero yo ya lo había leído: que cuando George Cukor trabajó con López Vázquez en “Viajes con mi tía” se quedó de piedra y le dijo a un periodista que ese tipo, si hubiera trabajado en Hollywood, habría ganado cuatro Oscars como cuatro catedrales de la Almudena. Cuentan que Cukor le invitó a su mansión de California para ver si le seducía con las palmeras y con los dólares, pero José Luis estaba demasiado apegado a Madrid, y a su público, y además le costaba mucho manejar lo del inglés.
El puto inglés... Aquí, en la época de López Vázquez, lo llamaban “el idioma de los bárbaros”, como un parloteo muy alejado de la cristiandad. Ahora todos presumimos de un nivel medio en su manejo. Ja.