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Recuerdo que un álbum de
las aventuras del Makinavaja se titulaba: “Curas, guardias, chorizos y otras
gentes de mal vivir”. En la portada, el Maki posaba junto al Popeye y al Moromielda,
que eran la banda de chorizos habituales. De guardia hacía un picoleto con cara
de empanado, y de cura, un obispo con varias fabadas en la barriga. Pero no salía nadie representando a “las gentes de
mal vivir”, que quedaban a la imaginación del lector. Como éramos lectores de
El Jueves y no miembros de las Nuevas Generaciones del PP, se nos ocurrían
sobro todo monarcas, defraudadores de hacienda, idiotas de la tele, vendedores
de humo... Un amplísimo abanico de seres abominables. También se nos ocurrían
banqueros, corredores de bolsa, diputados del PP, votantes del PP, escritores
de libros de autoayuda. Fascistas de todo tipo y futbolistas sobrevalorados. Maestros
y maestras que habíamos tenido en nuestra etapa de formación. Ya digo que
podríamos haber estado horas tirando del hilo...
Otro colectivo de “gentes de mal vivir” son los ejecutivos de cualquier empresa multinacional.
Tipos como este al que interpreta Vincent Lindon en “Un nuevo mundo”, y que básicamente
se dedican a usurpar las plusvalías de los trabajadores. Ellos lo llaman “tomar
decisiones”. Se deben a sus jefes superiores, y en última instancia, a unos
accionistas casi siempre anónimos que solo quieren ver más pasta en sus cuentas
corrientes. A los accionistas se la sopla lo que hagan los ejecutivos con tal
de forrarse. Como si desayunan niños crudos, o los emplean en condiciones
inhumanas. Entre ganar un millón de euros y no
despedir a nadie, y ganar un millón y dos euros y cargarse un puesto de trabajo, optarán
siempre por lo segundo. Ya dijo Harry Lime en “El tercer hombre” que desde una
distancia prudencial todas las personas parecían hormigas, y como tales podían ser
pisoteadas.
La mayor parte de estos
ejecutivos no saben que forman parte del título de un cómic subversivo. La
película, sin embargo, va de un fulano que toma conciencia de su error, aunque
lo haga demasiado tarde para salvar su alm. A los revolucionarios nos parece muy bien, pero no vamos a perdonar a Gomorra por un justo
que hayamos encontrado.
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