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Según la teoría de los
multiversos, todo está a la vez en todas partes. Quiere decir que hay un
universo en el que yo no escribo estos ejercicios cada mañana. Otro en el que
esta película infumable jamás fue ideada ni producida. Otro en el que fue
ideada y producida pero yo jamás llegué a verla. En ese universo -uno de los
más tristes que vagan por el espacio- a mí no me gusta el cine y prefiero ver
la Fórmula 1 y “La isla de los famosos”. Es casi tan triste como esos universos
en los que yo ni siquiera existo.
Existe un universo en el
que Carlo Ancelotti da oportunidades a los canteranos del Madrid para que descansen
los titulares. Otro en el que Santiago Abascal se descubre finalmente como un
reptiliano y se tiene que retirar de la política. Otro -más idílico aún- en el
que yo me mudo a la isla de Faro después de haber ganado el premio Nobel de
Literatura. Otro, un poco más miserable, en el que me he dado a la bebida y
cada mañana hago cola en el comedor social para tomar mi sopa de sobre y mi
pollo sin sustancia.
Hay un universo
justiciero en el que Xavi Hernández es entrenador del Vitigudino C. F. y
comprende que el fútbol es mucho más amplio que su Verdad Revelada. Hay,
incluso, un universo en el que yo tengo una mesa de snooker propia, cojonuda,
de 12 pies, en una casa coqueta del campo.
Existe un universo maravilloso en el que los perretes no se mueren a los catorce años, sino a los setenta, o a los ochenta, como nosotros, y así nos acompañan toda la vida. En ese universo solo lloramos una vez por su despedida. Por el contrario, existe otro universo tristón en el que los perretes no evolucionaron y no nos alegran cada mañana con sus lametones.
Existe un universo en el
que es mi hijo quien abre restaurantes y se casa con Cristina Pedroche, y Daviz
Muñoz quien le contempla a él desde un sofá de Moratalaz, aburrido y contando
las monedas.
En un universo yo soy tan
guapo como George Clooney; en otro, más feo que Picio. En uno de ellos
-devastador- T. no existe. En otro, algo menos triste, T. existe pero no está
conmigo. Quiero decir este universo en el que vivo podría ser mucho mejor, pero
también mucho peor.
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