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- ¿Quieres impresionar a la gente con mentiras?
- ¿De qué otra forma se impresiona?
Así respondía Larry David en su serie a una mujer que cuestionaba su moralidad cuando se trataba de hacerse el interesante. Me acordé de este diálogo viendo “Hit Man” porque la película de Linklater va justamente sobre eso: sobre mentir como estrategia de apareamiento. Funcional a corto plazo, pero problemática cuando el amor empieza a abrir los cajones de la cómoda.
Todo el mundo miente cuando se trata de mezclar los genomas o de fingir que se mezclan. Sólo hay que distinguir las mentiras civilizadas de las mentiras criminales. Las redes del amor están llenas de patrañas y todos los usuarios lo sabemos. Lo que pasa es que hay mentiras que saltan a la vista y mentiras que uno comprende necesarias. También hay mentirijillas, y pequeñas exageraciones, y retoques convenientes de la personalidad. Mienten las fotos y mienten los textos. Sólo los muy guapos y las muy guapas se muestran tal como son y pueden confesar pequeños defectillos. Pero los muy guapos y las muy guapas apenas rondan por ahí. O sí, pero se trata de una broma.
En la película, Gary Johnson es un profesor apocado en la universidad que trabaja en secreto para la policía, pero finge que es un hombre peligroso -nada menos que un asesino a sueldo- para llevarse a la chavala más guapa del ecosistema. Es un error de casting morrocotudo, porque este tío no necesita fingir nada para epatar a las señoritas como Adria Arjona. Somos los demás, los del infortunio genético, los que tenemos que inventarnos personalidades y sensibilidades para medrar.
Adria Arjona, por su parte, también es un sujeto muy interesante para la antropología. Las mujeres de su especie, desde que toman conciencia de su belleza, siempre se van con los tipos más guapos -lógicamente- o con los tipos más canallas del instituto: los chuletas, los macarras, los futuros delincuentes... Es un comportamiento contraintuitivo, pero profundamente biológico. Un instinto de refugio, supongo, tras el salvaje despiadado de la cachiporra.
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