Mostrando entradas con la etiqueta Elizabeth Berridge. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Elizabeth Berridge. Mostrar todas las entradas

Amadeus

🌟🌟🌟🌟🌟

Según la teoría cinematográfica que sostiene Ignatius Farray en sus payasadas, “Amadeus” es una mierda de película porque en realidad su personaje principal no es Mozart, sino Salieri, y el título, por tanto, engaña al espectador con un truco publicitario. 

Siguiendo este razonamiento tan estúpido como interesante, “Amadeus”, para ser la obra maestra que otros decimos que sí es, tendría que haberse titulado “Antonio”, o “Salieri”, para ser justos con su verdadero protagonista y honrados con los espectadores. Hubiera sido una decisión más valiente, sin duda, más acorde con un guion que prefiere centrarse en el envidioso y no en el envidiado. En el malvado y no en el genio musical Pero también -todos lo sabemos- una apuesta de nulo recorrido comercial.

Pobre Salieri, ay, tan malparado ya para los restos, retratado para siempre en el lado oscuro de la Fuerza por ese F. Murray Abraham tan hijoputesco como efectivo. Qué cabrones, los austriacos, cuando poseyeron el norte de Italia y deslizaron la idea de que los italianos se merecían el yugo de su ejército porque eran unos bárbaros dañinos y envidiosos. De aquellos lodos imperiales vinieron luego estas leyendas que convirtieron a don Antonio en el autoproclamado Rey de los Mediocres: Salieri I, el monarca musical que representa a los artistas fracasados o desprovistos de imaginación. El único rey que yo reconozco con una rodilla hincada sobre la tierra. Su monarquía es la mía y la de tantos otros plebeyos sin talento.

Qué pensará don Antonio de las maledicencias del presente, allá en su tumba de Viena. Ningún dato histórico le condena más allá de unas cartas de Leopold Mozart que le acusan de envidiar mucho a su retoño. Lo normal, digo yo, en aquella corte imperial donde los músicos se navajeaban continuamente con la mejor de las sonrisas y la peor de las intenciones. Igual que hacen los cortesanos de hoy en día, los lameculos de los Borbones, que se arriman al poder para ganarse el pan y la inmortalidad haciendo reverencias y cogiendo la pole position a codazos.


Leer más...