🌟🌟🌟
El mundo lo dirigen cuatro hijos de puta desde sus despachos
acristalados, o desde sus mansiones inaccesibles, cuando huyen del downtown y
siguen robando al borde de sus piscinas. Es bueno recordarlo de vez en cuando, porque
los periódicos y los telediarios no contribuyen gran cosa a esta certeza. Si te
fías de la prensa canalla -y toda la prensa respetable es canalla-, aquí los
que mandan son los políticos, los “representantes elegidos por el pueblo”, y no
-por poner un ejemplo paralelo al de “Dopesick”- nuestros empresarios energéticos,
a los que nadie pone freno en el recibo de la luz. Hemos votado a un gobierno
de izquierdas para esto... Hay muchas familias Sackler por ahí sueltas: unas
venden opiáceos peligrosos y otras se forran a costa de tu derecho a tener
encendida la lamparilla de noche. Unos hijos de puta, ya digo, de los que solo
queda constancia documental en las páginas color salmón, y en las revistas
especializadas del latrocinio -digo, perdón, de los negocios-, que nadie
sin jayeres para invertir se pone a leer en su sano juicio.
Es por eso -porque nos quieren engañar todos los días, y
luego dicen del régimen de los chinos- que hay que recurrir a ficciones como “Dopesick”
para recordar quién corta el bacalao de todo lo que consumimos: sociópatas sin
escrúpulos, y psicópatas sin moral. Nacer sin esas excrecencias del espíritu allana
mucho el camino para triunfar en los negocios. Y luego están los Nazgûl, los sicarios
de Sauron, que son esos ejecutivos con maletín y corbata que yo, personalmente,
cada vez que me los cruzo en un banco, en un despacho, en cualquier asunto que
tenga que ver con esquilmar al proletariado, me pongo a temblar. En su presencia
hago gestos de “vade retro” con mis
manos en los bolsillos y me cago en sus muelas como Chiquito de la Calzada,
pero entre dientes. Si los Sackler del mundo son la fuente de la maldad, estos
tipejos, y estas tipejas, son los vectores de su transmisión. Los que te
convencen de traicionar tus propios intereses con una sonrisa Profidén y una
seguridad arrebatadora. Los otros hijos de la gran puta, o del gran putero, lo
mismo da.
No hay comentarios:
Publicar un comentario