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Sonrío, pero no me río. "Malcolm" no me engancha. De ella me habían hablado maravillas que yo no consigo encontrar. Lo mejor de la serie es el matrimonio Expósito y apenas sale un tercio de los minutos. A veces ni eso. Todo se va en chavalerías y en aprendizajes de Disney +.Yo los llamo así -señores Expósito- porque su apellido no consta en ningún registro, y es como ponerle nombre a unos niños de la inclusa. Su apellido verdadero ni siquiera consta en IMDB, que es el oráculo que resuelve todas las dudas y todas las curiosidades.
Los Expósito -que son los
padres de Malcolm- hacen mucha gracia porque son una pareja de follarines
que no ha perdido el apetito sexual a pesar de tener tres hijos en casa que sacarían a flote la neurosis de cualquiera, provocando
apagones de la libido y deflaciones de los miembros. Si ya es un milagro que no se hayan arrancado o eviscerado los genitales por temor a traer
al mundo otro retoño, no menos milagro es que se pasen el día jugueteando
por detrás de las escenas, tocándose, insinuándose, prometiéndose arrumacos
para cuando esos monstruos concilien el sueño. Como cuando eran jóvenes y no
sospechaban que el sexo es una trampa de la biología que sirve para perpetuar
el apellido y la supremacía del Homo sapiens.
Lo mejor de "Malcolm", me
temo, a falta de ciento y pico episodios que ya no voy a ver -porque me falta
el tiempo y se me escurre la vida- es el final alternativo que le pusieron a “Breaking
Bad” en los extras del DVD. Allí se jugaba con la posibilidad de que todo fuera
una pesadilla del señor Expósito: el cáncer de pulmón, los cárteles mexicanos,
los asesinatos cometidos... El señor Expósito despertaba bañado en sudor y le
contaba a su mujer el horror detallado de sus peripecias. Todo era espantoso
salvo que allí, en el mundo onírico, él estaba casado con una mujer rubia y muy
alta, de ojos verdes, a lo que la señora Expósito respondía:
-
Sigue soñando, cariño...
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