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No he fumado un porro en mi vida. Pero ya tengo ganas, la
verdad. He estado a punto dos veces, en las tonterías del amor, para hacerlo
más tonto todavía, o más excitante, pero a ver quién tiene huevos ahora, de salir a la calle, al trapicheo,
con el billete enrollado entre los dedos, y la china oculta en la palma de la
mano. ¿Cuánto sería eso, en múltiplos de 600 euros, que es ahora como se miden
las inconsecuencias ciudadanas, o los caprichos de quienes multan? Así que
nada, lo dejaré para un tercer antojo del romanticismo, cuando el porro de la realidad se
haya disuelto en la atmósfera, y el mundo vuelva a ser lo que era, con toda su crudeza
de cabeza despejada. Lo de ahora es trágico, o tragicómico, y por sí mismo, ya sólo con respirar el aire, parece igualico que el mal viaje de una calada, que
yo nunca he fumado, ya digo, pero sé de lo que hablo, porque tengo amigos que a
veces me dejan inhalar el humo que les sobra.
The Gentlemen es la historia de un traficante de
marihuana, Michael Pearson, que quiere vender su lucrativo imperio porque ya no
está en edad de pegar tiros, ni de evitarlos, y sueña con un retiro lejos de
las islas Británicas, donde siempre luzca el sol y su mujer ande todo el día en
bikini, o desnuda. Mickey recibe varias ofertas, pero ninguna le satisface, y los
compradores, impacientes, deciden optar por el plan B y arrebatarle el negocio
a tiro limpio, como en la época clásica de los gángsters, donde nadie llegaba a
la categoría de gentlemen por una simple cuestión de selección natural entre asesinos.
Todo esto, claro, sucede antes del coronavirus, en la Inglaterra
del año 1 a. de C., donde los matones van sin mascarilla y no respetan la
distancia social para repartirse unas buenas hostias. Supongo que ahora el negocio
de Mickey valdrá diez veces más, o cien, porque la demanda de porros se ha
multiplicado, las furgonetas siguen circulando, y hay gente que los necesita
más que yo, que sólo bromeo, y está dispuesta a correr riesgos para relajar la
tensión, echarse unas risas tontas, y olvidar por un rato que todo esto es una
gran puta mierda que se cuela por las ventanas, cuando ventilas.
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