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Los personajes de Conocerás al hombre de tus sueños saltan
de un amor a otro sin red, porque ellos son guapos, y ricos, y ellas mujeres muy
hermosas, y no tienen por qué aguantar a nadie que no les satisfaga plenamente.
No están para hacer concesiones, ni para contar hasta diez en las refriegas.
Aquí todos juegan en la Primera División de los amores, y en Primera División
la exigencia es máxima, y nadie se anda con tonterías. Al primer error, te
envían al banquillo; al segundo, te traspasan a las ligas menores. Es un mundo
implacable que siempre busca la perfección. Citius, altius, fortius... Más
pasta, más belleza, más sexo satisfactorio... La gente atractiva es así, caprichosa e
inconformista. Pero se lo pueden permitir, claro, porque la buena genética les regala
muchas balas para probar y equivocarse. Cuando las cosas del corazón se
tuercen, se miran al espejo, o se tantean la billetera, se pegan un chute de
autoestima y piensan: “Que pase el siguiente, o la siguiente”, y chascan los
dedos, y de pronto ¡chas!, alguien a la altura de su exigencia aparece a su
lado, como por ensalmo. Como pasaba en aquella canción de Álex y Christina, que
también hacían ¡chas! y obtenían un premio instantáneo. Ella era Christina Rosenvinge, claro,
hablando de las reinas de Roma, tan guapísima, y tan moderna, y tan inteligente
que se queda uno embelesado, oyéndola hablar...
Como todos los actores
y todas las actrices son gentes escogidas por su belleza, las películas muestran
un mundo exclusivo al que casi nadie pertenece, y que pocas veces entendemos. Los
que vivimos en la realidad somos por lo común gente fea, o gente que ni fu ni
fa, y a veces nos choca que un tipo, por ejemplo, esté casado con Naomi Watts y
se ponga a espiar a la vecina de enfrente, que no es que esté mal, ni mucho
menos, pero que ya son ganas de enredar, cuando te ha tocado la lotería y te
gastas toda la pasta en comprar nuevos décimos, a ver si te vuelve a tocar. Son
cosas así, de rascarse uno la cabeza, incrédulo, lo que hace que Conocerás
al hombre de tus sueños sea una película escurridiza, básicamente
incomprensible. Una película que además no termina, y lo deja todo en suspenso,
como si a Woody Allen le hubiera entrado la vagancia, o nos quisiera hacer una
metáfora de la propia vida, que también se acabará con todo inconcluso, y con
casi todo por saber.
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