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La mejor serie del año es, digan lo que digan por ahí, The
Mandalorian. A varios años-luz de las demás. Tantos como pársecs nos
separan de Mandalore. Lo que pasa es que si uno viniera aquí, al foro público,
a confesar el entusiasmo, le caerían las chanzas y las sonrisas compasivas. Los
fanáticos pondrían un corazón, los no creyentes me ignorarían por cortesía, y
la mayoría ni siquiera sabrían responder quién narices es el mandaloriano. Así que prefiero no escribir nada. Que queden
para mí solo, las emociones, y para los allegados en la Fuerza. Voy a hacer como que
tecleo, pero esta vez lo haré en el vacío. Dejaré este folio en blanco para rellenarlo
con alguna crítica de serie menor, de película segundona, algo que no pueda ni
compararse con las aventuras de Mando y Grogu por la galaxia muy lejana.
Pero quizá me engaño, quién sabe. Quizá me estoy dejando
llevar por el frikismo, por el infantilismo, por el entreguismo a George Lucas
y sus padawans que trabajan en Hollywood. No digo que no. Puede que The
Mandalorian sólo sea eso: un producto para frikis, diseñado para
engatusarnos, y que en realidad, visto con ojos racionales, de habitante de
esta galaxia tan presente y tan cercana, todo sea humo, gaseosa, parafernalia.
Guiño para iniciados. Conozco a más de una mujer que sentada a mi lado, en el sofá,
se habría quedado fría, indiferente, incomprendiéndome por el rabillo del ojo,
pensando para sus adentros -o quizá para sus afueras decepcionadas: “¿Qué estoy
haciendo yo con este tipo?”
Puede ser, sí. Pero esto es lo que hay. Refugiado en mi
salón, donde ya no tengo que fingir que soy un tipo medio culto con
aspiraciones intelectuales, lo mío es esto: los Jedis, los mandalorianos, los
mini Yodas que han olvidado su poderío de la hostia... Ayer era la una de la
madrugada y yo estaba en WhatsApp hablando con otros dos seres adultos desnudados
de su adultez. Nos confesábamos la inquietud del día, las emociones, lo mucho
que hemos llorado con esa despedida tan esperada como puñetera... Los tres
habíamos visto el último episodio de la temporada y teníamos que desahogarnos
con algún cofrade de la hermandad. This is the way... Además, Luke Skywalker había regresado a
nuestras vidas, y eso, para nosotros, es más importante que el regreso anual de
Jesucristo, que ya está al caer por estas fechas. Nuestro Luke no
multiplica los panes y los peces, y ni falta que le hace. Él destroza Dark Troopers
con sólo apretar el puño en el aire. Ahí es nada.
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