Larry David. Temporada 7

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Yo también respeto la madera. Do you respect the wood? Desde que vi ese episodio de “Larry David” ya no poso las tazas o los vasos sin mirar. Soy un posador muy responsable. En mi casa da igual porque tengo una mesa de aglomerado peleón, pero en las ajenas, cuando me invitan, o en casa de mi madre, que tiene unos muebles de nogal valiosísimos, ya siempre coloco un posavasos improvisado: un libro, un cenicero, un trozo de papel. Larry David me ha influido. A veces para bien y muchas veces para mal. Se ha introducido en mi vida como el líder de una secta descojonante. Su ejemplo, su opinión, su torpeza social, me vienen una y otra vez a la cabeza. La serie vive en mí y yo vivo dentro de la serie.

Y no sólo por los cercos en la madera. Ayer, por ejemplo, en La Pedanía, me crucé con una persona con la que no me apetecía parar a charlar. Hace tiempo ya tal, pero ahora ya no. Hemos perdido el vínculo y en realidad no nos caíamos demasiado bien. Recordé -como hago siempre- que Larry David llama a estas situaciones incómodas un “parar y charlar”, y que hagas lo que hagas, detenerte o proseguir, la has cagado sin remedio. O fuerzas la conversación o quedas como un maleducado. Un lost-lost de manual. Larry nos enseñó que hay que dejarse guiar por el instinto y que salga el sol por Antequera, o por Hollywood. Que hay situaciones sociales irresolubles, trampas circulares de la civilización. 

Y más cosas: yo, como Larry, también pienso que llevar gafas de sol en interiores es una costumbre de gilipollas. Y que mirar fijamente al océano no produce ninguna revelación sustancial sobre la vida. También creo que hay hombres injustamente acusados de tener el pene pequeño cuando en realidad la culpa es de sus mujeres, que tienen la vagina demasiado grande. A veces pasa y conviene denunciarlo. Yo también prefiero que me roben cosas a que me roben tiempo, y también he conocido a mujeres yo-yó que he eliminado de la lista de la compra.

Si mi mujer acabara de llegar de un largo viaje pero sólo faltaran cuatro minutos para que terminara el partido del Madrid, yo también tendría serias dudas de a quién dirigir primero mi atención. Y así nos va, claro, a Larry y a mí.





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