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Se lo he leído a un internauta, y es una explicación perfecta
para el final de la saga: de la muerte de James Bond, quiero decir, por si usted
no se había enterado. De la muerte física, de la fetén, de la del vivo al hoyo
y el espectador pues bueno... a otro bollo, y no el lío de los Broccoli, de la
muerte empresarial de la franquicia, que a saber qué se inventarán: saltarinas empoderadas,
o maridos ejemplares, o poetas que resuelvan los bochinches con un libro en la mano
y una flor en la solapa. Es el signo de los tiempos. El futuro difícil de
cojones está, que hubiera dicho el maestro Yoda en la otra saga.
Da igual. Inventen lo
que inventen ya nada será lo mismo. James Bond era así y había que tomárselo
como venía: un pichabrava, un chulo de barrio, un sueño de seductor para los
mediocres del mundo, que éramos legión en las plateas y tomábamos notas mentales
de sus recursos. Sus películas me agotaban, pero yo le adoraba. El frac
impoluto, la mirada traviesa, la seguridad en sí mismo... Joder. Un Don Draper con
licencia para matar. Mi hermano mayor, era James, mi referente vital. Mi icono
pop de las paredes. James y sus habilidades, y sus mujerazas, y sus días
siempre atareados, salvando al mundo, tan distintos a los míos.
James Bond -decía ese
internauta muy inteligente- sobrevivió a la caída del Imperio Británico, a la
Guerra Fría, a la Guerra contra el Terror... Sorteó las limpiezas en el MI6, los
cambios de gobierno, los reajustes presupuestarios. Por sortear, sorteó hasta
las enfermedades de transmisión sexual, algunas mortales en su tiempo, cuando
andaba de liana en liana y a picha descubierta. Así era él... Sin embargo, 007 no
ha podido sobrevivir a la corrección política. Sobrevivió a las balas, a los
misiles, a los hachazos, a las caídas desde el cielo... Pero le estamparon un hastag
del MeToo en la frente y se lo cargaron justo cuando el pobre trataba de reinventarse.
Ahora que se había enamorado, que había prometido fidelidad, que había
engendrado incluso una hija más guapa que las pesetas, llegó el tsunami
revisionista y se lo cargaron por machirulo y heteropatriarcal. No le dejaron
tiempo ni para confesarse.
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