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Al señor Verhoeven le gustan como a mí. No digo más. El muy
tunante... Él dice que tienen que ser así para poder bailar, y que su forma es
una exigencia milimétrica del otro señor, el guionista, que por lo demás lo
llena todo de diálogos para besugos y para sirenas del desierto. Los pechos de
las protagonistas -perfectos, no diré más- son una coherencia argumental. Necesarios
y palmarios, de la palma de la mano. No diré más... Una pechugona del burlesque
no serviría para exhibirse en Las Vegas, y una bailarina del Bolshoi,
impechada, pues tampoco. Los clientes del casino quieren la justa medida entre
el pechamen y el bailamen. Entre el sexo y el arte. Yo mismo, por ejemplo, que
no me considero un ganadero de Texas, tengo que confesar que los bailes de “Showgirls”
molan, pero que también ponen palote. ¿Un cerdo o un ser con virilidad, sin
más? Esa es la cuestión.
Para triunfar sobre el
escenario del casino hay que ser bella y saber moverse. “Ambar” cosas, como dicen
en Toledo ¿Mercado de la carne? Nos ha jodido. “Showgirls” es una película sobre
el mercado de la carne: carne que baila, que excita, que pone muy tonto al
personal. ¿Juicios de valor? Buf, ahora no, señorita Irene. Esto es una
película -muy mendruga por lo demás- y yo estoy de resaca (es un decir) de
Nochevieja. Yo también estoy en el mercado de la carne cuando pongo mis
fotografías en Tinder, solo que allí no me desnudo. Y menos mal... No veo gran
diferencia. Las chavalas de “Showgirls” se exhiben para ganar dinero y yo me
exhibo para ganar un corazón. Qué bonito... Todo es exhibirse. Tocar no. Eso
está muy feo, y los guardaespaldas del casino te ahostian a la primera. Bien
hecho. También hay mujeres que se plantan delante de mí como ese director de
coreografía, y me dicen que no molo por esto o por lo otro: la sonrisa, o las
orejas, o la pancita que se adivina bajo el jersey, tan poco cuidada con arroz
integral y verduritas a la plancha.
“Showgirls” no es tan mala como la pintan. Nunca la había
visto por prurito cinéfilo, por postureo cultureta. Era tan socarrón, el
chorreo, que hasta me daba miedo asomarme. Pero “Showgirls” mata la tarde. Y
te... No. No diré más.
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