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“El amor después del mediodía” no va de la preferencia sexual
de hacer el amor a la hora de la siesta, que es una cosa de mucha raigambre en
el Mediterráneo. Y a la que yo también tengo cierta querencia cuando se
presenta la tentación. No: la película de Éric Rohmer va sobre el adulterio. De
un adulterio limítrofe y extraño. ¿Porque qué es, a fin de cuentas, un adulterio?
¿Dónde está la raya que separa la fidelidad del engaño? Rohmer, por supuesto,
no iba a rodar un adulterio convencional. Lo suyo -para bien - es enredar,
hacer exégesis, poner a franceses y a francesas a filosofar. Y, de paso, hacer
que el espectador se cuestione un par de cosas que creía afianzadas y que quizá
no lo estaban tanto.
La película empieza con Frédéric -que es un hombre casado -
paseando sus ojos azules entre las mujeres de París. Frédéric es un hombre muy
atractivo y él lo sabe. Fija su mirada en las parisinas sabiendo que ellas no desviarán
sus ojos ni su sonrisa. ¿Es eso adulterio? Según el propio Frédéric -que va
deshilvanando su monólogo- no. Él dice que ve en ellas el reflejo de su mujer,
y que admirándolas le rinde homenaje de hombre enamorado. Que no pasa nada, en definitiva,
por ir valorando cuerpos admirables y futuros alternativos. ¿Es eso adulterio?
Yo pienso que sí: de grado 1, quizá, pecado venial y peccata minuta. Quizá un
imperativo de la biología. Un algo a veces indisimulable. Pero adulterio. Hay
modos de mirar y modos de mirar...
Luego Frédéric conocerá a Chloé, que es una mujer bellísima
que le desea. Ella no quiere que Frédéric se separe: le basta con ser su
amante, con tener un hijo de él, con verse de vez en cuando en su piso de
soltera. Frédéric se citará con Chloé muchas veces sin llegar a penetrarla. La abrazará,
la besará, la acariciará desnuda cuando salga de la ducha... Pero nunca creerá
estar cometiendo un adulterio. Nosotros sabemos que sí, pero él cuenta con el
lenguaje para justificarse. Con la poesía que inventa metáforas. La palabrería.
Viendo la película me he acordado mucho de Bill Clinton y
Mónica Lewinsky y no sé por qué.
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