🌟🌟🌟
Rob Brydon y Steve Coogan se van haciendo mayores ante
mis ojos. Ellos nacieron siete años antes que yo, en 1965, y se les van notando
las erosiones y las barrigas. Quiero decir que poco a poco van alcanzando la
decadencia física de este espectador que les aplaude. Ellos son atractivos de
natural, y se cuidan, y de vez en cuando se dan un rule por Europa para
degustar los mejores vinos y las mejores viandas. Comen muy sano en terrazas
espectaculares con vistas al mar, y luego duermen en los mejores hoteles del
Mediterráneo donde nadie da por culo al otro lado del tabique. O da por culo en
silencio, moviéndose con suavidad. Así cualquiera se cuida...
Pero la edad no perdona, y esta es la primera vez,
después de acompañarles en otros tres viajes divertidísimos, que siento que
Brydon y Coogan -o más bien sus autoparodias - están a la misma altura
existencial que yo habito. Un poco marchitos y en decadencia. Sonrientes ma non
troppo. Circunspectos, incluso. Como si esa vida de la que huyen les hubiera
alcanzado dentro de la película, no sé.
También se nota que se van haciendo mayores porque
cada vez hablan menos de lo serio y mucho más de lo banal. Recordé, de pronto,
a Jep Gambardella en su ático de Roma, explicando a sus invitados que con la
edad ya sólo apetece hablar de chorradas y chismorreos, porque lo serio ya lo
conocemos, y duele, y además es inmodificable. Yo mismo intento comportarme así
y la gente me toma por frívolo porque no alcanza a comprender esta posición
ante el destino. Qué le voy a hacer...
En los otros viajes de este serial, Brydon y Coogan
aprovechaban los descansos entre carcajadas para interrogarse sobre el amor, la
fidelidad, las carreras profesionales. El sentido de la vida y el miedo a la
enfermedad. Pero aquí, en Grecia, quizá en el terreno más propicio para
filosofar, ellos prefieren imitar las voces de sus ídolos, y lanzarse puyas
malignas, y mirar de reojo el culo de las camareras. Abortar cualquier
simulacro de circunspección. Hasta que la realidad vuelve a golpearles con una
llamada de teléfono al final de la película.
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