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Dream Scenario

🌟🌟🌟🌟


¿Hasta qué punto somos responsables de las cosas que soñamos? ¿Si soñamos que le somos infieles a nuestra pareja o que robamos un banco a mano armada estamos reconociendo una tara oculta o una debilidad en nuestro carácter? ¿O simplemente sublimamos una tentación malsana en un producto inocuo y volátil? ¿El sueño nos delata o nos redime? 

Casi dos mil años después de que los griegos del ágora ya se formularan esta pregunta, mi abuelo Sigmund, el de Viena, la convirtió por este orden en un éxito editorial, en un quebradero de cabeza y en una fuente de ingresos para los psicoanalistas. ¿Yo soy el que sueña o el que sueña es el Otro? ¿Hasta qué punto mi yo y mi subconsciente forman parte de la misma persona culpable o inocente? ¿Soñar es continuar el camino o es una fractura esquizofrénica que dura ocho horas sobre un colchón? 

En “Dream Scenario”, el personaje de Nicholas Cage le explica a su hija que los sueños son “pequeñas psicosis”, idas de olla sin delito ni responsabilidad. Yo no estoy tan seguro. Recuerdo que a la mujer que más amé le contaba mis sueños cada mañana precisamente porque la amaba. Mi desnudez era total. Me animaba el hecho de que ella se interesara tanto, de que prestara tanta atención a lo que para mí era un desahogo y un intento de autoexplicarme. Pero tuve que dejar de hacerlo porque ella le sacaba significados torticeros a todo. Es lo que tiene la paranoia y la mala baba...

Aprendí que los sueños es mejor guardárselos para uno mismo y dejar que se escurran en el olvido junto con las escamas y los sudores, en la ducha matinal.

“Dream Scenario” va un paso más allá y se pregunta qué pasaría si un día descubriéramos que nos hemos convertido en objeto de sueño universal. Si de repente todo el mundo, conocidos o no, soñara con nosotros como si se tratara de una locura colectiva. ¿Seríamos responsables de lo que nuestro yo onírico perpetra en las mentes ajenas? Cuando alguien sueña conmigo, ¿se lo inventa todo o yo le influyo de algún modo perverso -o bendito- en la narración? ¿Hasta qué punto el otro yo actúa en mi nombre y usurpa mi firma? 

Si te mueres y siguen soñando contigo, ¿sigues vivo? 



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Sick of Myself

🌟🌟🌟

Llamar la atención es la ocupación primordial del “Homo sapiens”. Y también de la “Femina sapiens”. En eso somos todos iguales. Criaturas del Señor. 

Todo lo que hacemos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos es anunciarnos: ponernos un cartel en el pecho o un letrero luminoso sobre la cabeza que dice mira qué guapo soy, mira lo que hago, mira lo que tengo, mira qué cosas hago... 

La lucha por la supervivencia y la selección sexual: no hay nada más. Eso es to..., eso es to... eso es todo amigos. Ya lo decía el cerdito Porky, y lo dejó escrito el abuelo Charles en sus papeles: que cualquier cosa que hagamos o digamos se inscribe en una de estas dos batallas fundamentales. Hay que medrar, y ganar dinero, y colarse en la fila... Conseguir que las mujeres se fijen en uno. Es una lucha diaria y continua, heredada  del primer australopiteco que caminó por la sabana. A veces es un afán consciente y a veces un instinto traicionero. Pero sea como sea, ningún gesto es trivial. Nada es gratuito. Evolutivamente hablando todo tiene un sentido y una intención. Yo mismo, que desprecio los símbolos de la riqueza y del estatus, vengo a estos escritos para demostrar que me funciona mínimamente el cerebelo, y que soy digno de cruzar mis genes -o de fingir que los cruzo- con alguna señorita que pase de visita.

Los sociólogos modernos están muy preocupados con la fiebre de los likes. Aseguran que la gente se está volviendo loca de remate por conseguirlos. Y no les falta razón. “Sick of Myself”, por ejemplo, cuenta la historia de una tarada que decide arrancarse la piel a tiras para llamar la atención del populacho y labrarse una carrera como modelo e influencer. El rizo del postureo. Parece una conducta demenciada -y de hecho lo es- pero no es más que un paso adelante en nuestro devenir evolutivo. Apenas una mutación de cuatro bases nitrogenadas. De hecho es el paso lógico a seguir. La belleza estará siempre ocupada por cuatro suertudos y por cuatro privilegiadas, pero la fealdad, y la monstruosidad, son campos que ofrecen infinitas posibilidades para llamar la atención y destacar. 





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