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Así nos ven (When they see us)

🌟🌟🌟🌟

He estado a punto de no ver When they see us, lo que hubiera sido un crimen de seriéfilo, y una vergüenza de por vida. “Otra vez el Harlem…”, pensé cuando en los caladeros habituales corrió el rumor de que la serie prometía, ahora que el monotema de Juego de Tronos levantó el vuelo y dejó pista libre para que otras ficciones despegaran. “Otra de brothers saludándose en las calles de Harlem, o de Brooklyn, haciendo cosas raras con las manos, hey, motherfucker,  cómo vas de costo y de crack, man…” Sí, lo confieso: da pereza, pero no pereza racial, Dios me libre, sino pereza de telespectador que lleva años asomado a unas barriadas que en realidad ni le van ni le vienen, separadas de mi circunstancia por un océano y por una corriente del Golfo, nada menos. A uno, que es votante comprometido con los derechos de las minorías, le gustaría ver una serie sobre cómo hacen el bro y el motherfucker los jornaleros del mar de plástico, en Almería, o los magrebíes que recogen patatas en el pueblo de mi hermana, allá en la Mallorca interior que no sabe nada del balconing. O incluso una miniserie de Netflix España, o de HBO Península, que narrara las andanzas del congoleño que trata de vendernos su cacharrería en las terrazas de verano. Pero del otro barrio, de Nueva York, a no ser que la propuesta sea muy original, uno ya tiene el deja vu de lo mil veces visto.



    When they see us consigue, en el primer episodio, a base de sopapos, que te olvides de toda esta mierda de los prejuicios. Cinco chavales que pasaban por allí, haciendo el tonto, son acusados de la violación de una mujer blanca que hacía footing aprovechando el fresco de la noche. Los chavales estaban en otra dimensión del espacio-tiempo, en la otra punta de Central Park, y a una hora distinta del crimen,  pero eran negros, tenían cara de pardillos, y la fiscalía necesitaba acusarles rápidamente para que el votante blanco no empezara a protestar. Así que hicieron un nudo espacio-temporal con las declaraciones de los chavales, les soltaron cuatro hostias para resolver las ecuaciones, y les condenaron sin pruebas a una vida carcelaria que parece de película sino fuera porque la historia es real, dolorosamente real, los famosos -por aquellos pagos- Cinco de Central Park (que menudo contraste, con los Cuatro del Central Perk)



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