Mostrando entradas con la etiqueta Israel del Santo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Israel del Santo. Mostrar todas las entradas

El Palmar de Troya


🌟🌟🌟🌟

Visto así, de sopetón, sin información previa, “El Palmar de Troya” podría parecer un mockumentary sobre una secta de chalados que viven atrincherados en una finca de Sevilla. Como los davidianos aquellos, los de Waco, que también tenían visiones y profecías apocalípticas. Pero estos de Sevilla con mucho más arte, y mucho más tronío, sin comparación, porque aquí hay curas vestidos de barrocos, y oro de verdad recubriendo las custodias. Y un Papa, o Antipapa, desfilando en andas por la iglesia, que ése no lo tenían los americanos ni de coña.



    Seguro que algún abonado de Movistar se ha tragado las cuatro horas del documental pensando que esto era una broma de la hostia (consagrada), un esperpento escrito por tres amiguetes que sin mucha fe presentaron el proyecto a los responsables de programación.  Pero no: todo es verdad en “El Palmar de Troya”. Los protagonistas de esta pesadilla no salen en los últimos minutos confesando que en realidad son actores y actrices, asalariados de la farsa y el cachondeo. No salen para reírse del espectador y decirle que todo era una invención, una gilipollada supina, y que hay que ser muy crédulo para tragarse semejante vodevil de estafadores que fingen éxtasis divinos, marquesas que les construyen una iglesia en mitad de la nada, y feligreses que los seguirían al fin del mundo porque piensan que el Papa de Roma es ciertamente un agente secreto de la KGB, o del Mosad de los judíos que crucificaron a Jesús.

    De estos pecadores de la pradera uno ya venía advertido, más o menos informado, porque las andanzas de Gregorio XVII fueron de mucha risa -y de mucho miedo, según-, en la prensa seria de la época. En realidad, uno lleva oyendo hablar de los palmarianos desde muy temprano, desde niño, porque mi madre mencionaba mucho lo del Palmar como sinónimo de casa de locos, o de gentes estrafalarias. “Éste parece del Palmar”, o “ a ti te enviaba yo al Palmar”, y una vez, en clase de religión, le pregunté al cura de los Maristas por aquellas gentes que creían en un Antipapa andaluz reinando en un cortijo -que sonaba como a película de Pajares y Esteso- y me respondió que eran católicos que vivían equivocados, desviados, pero no del todo, no alejados completamente de la sintonía con el Espíritu Santo, y que estaba bien que hubiera creyentes que se cuestionaran los “aires reformistas” que venían de Roma. Se me pusieron de corbata, claro.



Leer más...