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Un juego de caballeros

🌟🌟🌟

Viendo The English Game he comprendido, como traspasado por un rayo de sabiduría, a mis obtusos y tardíos 48 años, que sin el sufrimiento de la clase trabajadora, y sin las lágrimas desoladas de Oliver Twist, el fútbol jamás hubiera existido.

    Si ya era una contradicción lacerante, existencial, casi de perder el juicio, votar al Coletas en las elecciones y tener un póster de Florentino Pérez en la habitación, ver a España convertida en Venezuela y al mismo tiempo ver al  Madrid ganando diez veces seguidas la Copa de Europa, cómo, ahora, para más inri, puedo seguir siendo futbolero y marxista al descubrir que fue precisamente el robo de la plusvalía el que permitió que los capitalistas del siglo XIX, que hasta hoy sólo eran demonios con sombrero de copa en mi imaginación, se libraran de toda ocupación, se tumbaran a la bartola en sus jardines recién segados por un sirviente, y pudieran, en las apacibles tardes de mayo, unificar los cien deportes salvajes que se practicaban en las campiñas británicas para crear un juego maravilloso y simple, viril pero refinado, que llamaron fútbol para no complicar mucho las cosas.



    Un nuevo deporte que se desarrollaría con dos porterías, y con dos equipos de once fulanos bigotudos, que impediría el uso de las manos a quien no guardase la meta y que castigaría el puñetazo y la patada como métodos legales para defender el balón o arrebatárselo al adversario. Las cuatro reglas tontas que hoy en día se sabe al dedillo cualquier niño de Bolivia o de Somalia cuando sale a jugar al descampado. Recuerdo a mi hijo, de niño, en la plaza mayor de Pollensa, en Mallorca, jugando al fútbol con unos niños rubísimos que hablaban en inglés. Recuerdo que él no les entendía ni jota, porque a lo mejor no era ni inglés lo que hablaban, sino sueco, u holandés, que a saber en esa isla de Dios, pero también recuerdo que bastó un solo minuto para que mi hijo encontrara su ubicación en el partidillo y se hiciera entender en ese idioma universal que inventaron hace 150 años los gentlemen cabronazos que explotaban a sus trabajadores.



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