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La verdadera historia de la banda de Kelly

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Y es que ya empieza mal, desde el rótulo explicativo, La verdadera historia de la banda de Kelly, porque dice algo así como que la historia es real, pero inventada, o inventada, pero real, da igual, ya no me acuerdo, y se queda uno pensando que para qué, entonces, la aclaración, que si es real, pues es real, o al menos basada en hechos reales, y si no, pues viva la ficción, y no se pone nada, y se tira para delante.

    Es que además me ha pillado mal, muy mal, a contra western, la película, porque vengo de ver Fort Apache y tengo ese lado dolido, el de los tipos duros campando por los paisajes desérticos, y resulta que claro, que ahora caigo en que Australia también tuvo su época de western, de cuando los colonos, y los presos liberados, y los aborígenes como víctimas del genocidio, aunque aquí el western sea más bien un eastern, si nos ponemos frente al mapa, y además hemisférico del Sur, que para el caso da igual, porque la historia es más o menos la misma: un paisaje despoblado, miles de hectáreas por hurtar, psicópatas que vagan a sus anchas, y un gobierno que parece no existir, o que existe pequeñito, en Sidney, o en Canberra, desentendido de lo que pasa en el resto del continente.




    Me ha entrado mal, muy mal, La verdadera historia de la banda de Kelly. No me interesa. Me aburre. Me apabullan sus formas de gran cine, de cine de la hostia, de cine para epatar, pero en el fondo contando una historia confusa, sin pies ni cabeza, mal entendible si no eres australiano o habitante de las cercanías. Entendiendo el fenómeno global de los psicópatas, no entiendo el fenómeno asesino de estos tipos en concreto, que la película no se para a explicar, que no pone en contexto, que simplemente los lanza así, a las praderas, a asesinar, ya jamados de natura, genéticos, de la estirpe de los peores reclusos,  a pegarse tiros, a amenazarse, a irse de putas, a cabalgar entre los pinchos y liarse a puñetazos borrachos perdidos. La escoria, en definitiva, que es la base de cualquier civilización moderna que se precie. Eso es verdad, y no tiene vuelta de hoja.

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