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Simple Minds: cuando todo es posible

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De niño ya me gustaban los “Simple Minds”. De hecho, fue una especie de milagro precognitivo y musical, porque me gustaban incluso antes de saber que existían y que provenían de la clase más guerrillera del puerto de Glasgow. 

Cuando mi padre volvía del trabajo encendía el transistor de la cocina para cenar y justo entonces sonaba la sintonía de “Supergarcía en la hora cero”, aquel programa donde el Butano impartía justicia divina como un profeta salido del Antiguo Testamento. Mi padre se cagaba en él a todas horas pero nunca dejaba de escucharle. A mí me pasó lo mismo cuando entré en la adolescencia y luego tuve que iniciar un tratamiento para desintoxicarme.

Tardé muchos años en saber que aquella sintonía era el “Love song” de “Simple Minds”: una música tecno-pop y pegadiza que todavía hoy, cuarenta años después, aunque jamás suene en las radio-fórmulas de la nostalgia, puedo tararear sin temor a equivocarme.

Años más tarde, cuando por fin supe que los “Simple Minds” habían formado parte de la banda sonora de mi infancia junto a las canciones de Miliki y “La vuelta al mundo de Willy Fog” de Mocedades, ya me gustaban otras canciones del grupo. “Waterfront” o “Alive & kicking”, por ejemplo, eran dos maravillas de las que yo no entendía ni papa de la letra pero que me erizaban el vello musical cuando sonaban en “Los 40 principales” a  lo largo de la semana y luego en el “American top 40” que daban los sábados por la tarde para que fuéramos anticipando los éxitos trasatlánticos que estaban por llegar.

Mis compañeros de los Maristas confundían todo el rato a los “Simple Minds” con los “Simply Red” y a mí aquello me parecía un pecado mortal que habría que confesar al padre Ángel cuando nos llevaban a la capilla como a presos de conciencia. Los más fachas me decían que yo era tan "simply" y tan "red" que no tenía escapatoria musical. Que estaba condenado de natura a mis gustos sin refinamiento. Eran unos hijos de puta -y seguramente lo seguirán siendo- pero al menos tenían cierta gracia cuando malmetían.





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