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The Neon Demon

🌟🌟🌟

“The Neon Demon" habla del efecto que produce la belleza femenina en el resto de las mujeres. Un tema muy poco tratado en el cine y también en la vida de los espectadores. Quizá por eso, aunque resulte fallida y a veces estúpida, “The Neon Demon” resulta muy original y adictiva. Tiene mil defectos, pero Nicolas Widing Refn le echa una imaginación desbordante muy propia de su ego. (NWR es un gafapasta que no puede dormir tranquilo si no rueda algo más original que el resto de sus vecinos. Es como ese tipo que adorna su casa por Navidad con tantas luces y simbolismos que al final ya no sabes muy bien qué coño se estaba celebrando).

Yo estaría por decir que el 98% de las películas van del efecto que produce la belleza femenina en los hombres que las miran. Decía Marcel Pagnol que en el cine solo existe un argumento: un hombre desea a una mujer; si se la tira, es una comedia, y si no, es una tragedia. Yo no diría tanto -porque también hay películas de hombres que desean hombres, y de mujeres que desean mujeres, e incluso de mujeres que desean hombres, aunque éstas sean las más raras en la cartelera- pero vamos, que entiendo por dónde iba el bueno de Marcel.

En concreto, “The Neon Demon” analiza el efecto que produce la belleza de una tía-buena en el gremio de las tías-buenas que compiten por los trabajos de modelo. Es por eso que la película, aunque sea una ida de olla, contiene al menos una exhibición de bellezones que entretiene mucho la tarde de primavera.

Según la teoría de NWR, la belleza hipnótica de una mujer produce en las demás el deseo de arañarle la cara o de hacerle cosas aún peores. Una envidia cochina, vamos. Un afán de destrucción de la obra de arte. Los hombres, en cambio, con los hombres más guapos que nos roban a las mujeres, no sentimos ese fuego agresivo en las entrañas. Nos limitamos a murmurar por lo bajo: “Joder, hay tíos con suerte..”. Es como un reconocimiento deportivo de la derrota. Una sumisión simiesca al macho alfa. Una resignación pacífica, aunque muy triste, de los mandriles secundarios.




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