Mostrando entradas con la etiqueta Tres idénticos desconocidos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tres idénticos desconocidos. Mostrar todas las entradas

Tres idénticos desconocidos

🌟🌟🌟🌟

Somos, básicamente, azar y ADN. Y para pintar esa carrocería -porque pasamos muchos años en el hogar, y en la escuela, y algo de todo eso se queda- exhibimos una capa muy fina de crianza. 

    Sin embargo, para nuestro consuelo de seres inteligentes, de seres orgullos de la educación que damos y recibimos, preferimos pensar que está en nuestra mano ser de una manera o de otra. Que somos dueños de nuestro propio comportamiento. Que podemos cambiar, reinventarnos, ser personas distintas si leemos los libros adecuados, si nos rodeamos de la gente precisa, si descartamos ciertos programas de televisión… Mudar no sólo de piel, sino de vísceras. No sólo fingir, sino transformarse verdaderamente. Transustanciarse. Obrar el milagro de que el tipo del DNI y el tipo que lo muestra puedan ser dos personas distintas y una sola verdadera. Que podemos dejar atrás un yo incómodo, o perfeccionar uno insatisfactorio, como Pokémons que evolucionan y superan su versión básica de nacimiento. Como si lo que viene de herencia fuera una estructura muy elemental, un esqueleto de soporte, y lo importante fueran las ropas que vamos colgando en las perchas.


    Yo también creía estas cosas, hace tiempo, en los albores de mis lecturas, hasta que un día de verano, camino de Damasco del Sil, me caí del caballo y me convertí en un radical de las bases nitrogenadas. Mucho antes de ver Tres idénticos desconocidos -que es un cuento de terror o de certeza según el cristal con que se mire- ya estaba convencido de que en realidad yo soy yo y mis ribosomas, y mi ARN mensajero, que lleva la información genética a la fábrica. Casi todo lo que hago, lo que pienso, lo que dudo, lo que elijo -la forma de ajustarme las gafas o de tirarme los pedos, mis convicciones políticas y mis filias personales, mi cinefilia obsesiva y mis amistades en el bar, los libros de la estantería y los alimentos del frigorífico- todo eso proviene de decisiones tomadas en el magma interior de mis células, pulsiones bioquímicas, inconscientes casi siempre, que me hacen ser quien soy de verdad.




Leer más...