Matar al presidente

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Solo dos meses antes, en Chile, la CIA ya había asesinado a Salvador Allende porque no dejaba libertad de latrocinio -perdón, de comercio- a las empresas norteamericanas. Así que la teoría de que participara en el atentado contra Carrero no suena tan disparatada. Lo que pasa es que el documental desmiente un poco su propio discurso porque no parece un encargo de Movistar +, sino de Tele 5, o de “equipos de investigación” de La Sexta, con músicas de risa, y efectos de luz, y repeticiones continuas del argumento para espectadores muy tontos o distraídos con el móvil.

Carrero Blanco era un general cejijunto que pensaba prolongar el IV Reich Ibérico fundado por su amigo don Francisco, y eso, a los americanos, que deseaban hacer negocios en una España diferente, no les cuadraba en la agenda geopolítica. Carrero, además, aunque fuera un matarife anticomunista y un católico de misa diaria, tampoco era demasiado servil con los americanos, y les restringía el paso de aviones por el espacio aéreo, y les cicateaba el uso normalizado de las bases militares. Carrero, en la intimidad, no hablaba catalán como su discípulo José Mari, pero sí se disfrazaba de Hernán Cortés para rememorar aquel imperio español donde nunca se ponía el sol.

Hace 50 años la Guerra Fría estaba tan caliente como el palo de un churrero, y el señor Kissinger, al igual que su homólogo soviético -qué gran pseudónimo para internet, “Homólogo Soviético”- no sentía ningún reparo en mandar asesinar a las piezas díscolas o sobrantes del tablero. Y digo “mandar asesinar” porque la CIA, en estos asuntos, actuaba como la Santa Inquisición, que te ponía en el punto de mira pero luego dejaba el acto ejecutivo para el brazo secular. Y aquí, en el caso de Carrero, el brazo secular fue sin duda ETA, o “la ETA”, como dicen siempre los políticos de derechas y sus votantes. 

De hecho, yo he abandonado amistades porque en un momento determinado, ya con la caña en la mano, decían “la ETA” y se descubrían por fin militantes del bando equivocado en la lucha de clases, que es una guerra muy vigente pero de momento congelada.