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Voy a pasármelo bien

 🌟🌟🌟

En el recuerdo yo tenía a los Hombres G por unos pijos insufribles, ¿En qué se parece un Volkswagen Golf a un preservativo?: en que los dos llevan el pijo dentro. Era un chiste de la época... 

En la película, sin embargo, nos recuerdan que David Summers quería asesinar al niño pijo que le había robado a su novia. Aquel mamón del “Ford Fiesta blanco y un jersey amarillo”. Así que no sé. Puede que yo esté equivocado. Han pasado tantos años desde aquella movida... Casi tantos como media vida. 

En los títulos de crédito aparecen los Hombres G cantando “Voy a pasármelo bien” -rodeados de la chavalería que actúa en la película- y se nota mucho que David Summers está usando la guitarra, amen de para tocar las notas necesarias, para ocultar una barriga impropia de quien fue el ídolo de las nenas y la envidia de los mancebos.

Debe de ser eso, ahora que lo pienso: que yo les tenía mucha envidia por lo mucho que follaban, siendo como eran unos músicos más bien básicos, y unas megaestrellas más bien del tipo tolai. Que los de Radio Futura se pusieran de follar hasta las botas pues mira, se lo ganaban con su talento. Un guitarreo de Enrique Sierra y una letra de Santiago Auserón se merecían cualquier jolgorio que las muchachas les propusieran. O los muchachos, da igual. Pero los Hombres G...

La casualidad ha querido que esta mañana yo descubriera por azar a los Smushing Pumpkies en un programa de la radio (sí, lo sé, es lamentable). Ellos son, en la traducción, los “machacadores de calabazas”, esas que yo cultivaba en mi jardín mientras los Hombres G no daban abasto.

(Por cierto: ver a esa chavalada de la pelicula coreando algunos versos de “Voy a pasármelo bien” puede herir la sensibilidad de las maestras de Primaria y etapas aledañas. Yo aviso por si acaso)

“Porque voy a convertirme en hombre-lobo,

me he jurado a mí mismo que no dormiré solo.

Porque hoy, de hoy no pasas,

y voy a pasármelo bien.

Voy a cogerme un pedo de los que hacen afición,

me iré arrastrando a casa con la sonrisa puesta.”




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El presidente

🌟🌟🌟🌟

Aquí, en la Pedanía, a la gente le gusta tener el fútbol de fondo mientras compadrea en el bar. Pero en realidad no les interesa. Creo que a la mayoría ni siquiera les gusta. He estado alguna vez allí, en el bar, viendo al equipo de la tierra, y al final, yo, que soy el parroquiano nacido en el extranjero, que sólo me acerco por curiosidad y por hacer un poco de vida social, termino siendo el único que atiende al partido, mientras ellos, casi todos, con sus camisetas y sus bufandas, tontean con el teléfono móvil, o cuentan batallitas de la cerveza, o le tiran los trastos a la camarera, de espaldas a lo que sucede en el televisor. Si marcan los suyos, celebran como locos y vuelven a sus distracciones; si marcan los otros, mascullan un “mecagüen su puta madre…” mientras siguen atendiendo a una jodienda en el WhatsApp.




    Pero esto es aquí y en la Cochinchina. Un mal endémico, y una contradicción de narices, que a los futboleros, por lo general, no les guste su deporte. Les interesa el resultado: el Pedáneo C.F., el Madrid y el Barça. Y punto. Nunca ven otras ligas europeas de renombre, y se desinteresan de la Champions cuando ya no hay equipos españoles. Definitivamente, no les va. Y yo, después de veinte años de exilio en la Pedanía, sigo sin encontrar a nadie con quien tomar una caña y comentarle, con la esperanza de que me siga, cosas como: “He estado viendo una serie de Amazon sobre la corrupción en el fútbol, el FIFA Gate y tal, una serie chilena, muy curiosa, con un punto satírico muy ingenioso, aunque sus responsables quieran jugar con el montaje como Quentin Tarantino y acabas más perdido que un dirigente honrado en esa cueva de Sergio Jadue y los 40 ladrones, que eran, de largo, muchos más…”.

    No sé cosas así, del perímetro del fútbol, políticas, sociológicas, marujiles incluso, que desemboquen en una conversación sobre los males del mundo y los defectos del ser humano enfrentado al dinero fácil, y a la seducción de un par de tetas. Un intercambio de pareceres que después, a la cuarta o quinta cerveza, nos haga recordar lo maravillo que es este deporte y lo que hay que aguantar de la gente que lo odia, y de la gente que lo rige. Pero aquí, para empezar, casi nadie sabe lo que es Amazon…




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