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Los gritos del silencio

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Hasta hace dos telediarios, en el mundo civilizado -porque el incivilizado sigue más o menos igual- la historia la escribían los psicópatas sanguinarios. Los que asesinan sin piedad, ordenan exterminios o envían soldados a la muerte segura. Los que ni sienten ni padecen cuando empuñan la espada o firman el documento. Los que se cargaban, ya impacientes, al gobernante que gestionaba los escasos períodos de paz y reconstrucción. Napoleón decía que los soldados perdidos en una batalla se repoblaban con una sola noche de amor en París. Y se quedaba tan ancho, y tan bajito como siempre. En su mente sólo cabían fábricas de carne, y matanzas en los campos.



    Pol Pot era un psicópata latente, marginal, que se hubiera quedado en un bandolero de la selva si no fuera porque a Richard Nixon le sobraban unas cuantas bombas en los almacenes y decidió bombardear Camboya en plena guerra de Vietnam, sin venir mucho a cuento. Los americanos soltaron lastre sin fijarse mucho en lo que había debajo, y lo mismo destruyeron arrozales estratégicos que poblados enteros donde dormían sus cultivadores. Daba igual. Quizá Richard Nixon y su premio Nobel de la Paz, Henry Kissinger -que hay que joderse, con el premiado- también pensaron, como Napoleón, que una noche de amor en Nom Pen bastaría para restituir a esos camboyanos indistinguibles desde el aire, todos tan iguales, y tan pequeñitos, y con el mismo sombrero de paja para protegerse de los monzones.

    Pol Pot salió del corazón de la tinieblas, movilizó a una banda de asesinos que se hicieron con el poder, y una vez erizados los escaños con machetes y metralletas, decidió que había que asesinar a los que sabían idiomas, leían libros y llevaban gafas para corregir la miopía. O el astigmatismo. De esa locura, y de la locura previa que la causó, escribía el corresponsal del New York Times en Camboya, Sydney Schanberg. De eso, y de su amistad inquebrantable con Dith Pran, un periodista nativo que a pesar de serlo, tampoco entendía nada de lo que le sucedía a su país.





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