El caso Alcásser

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En realidad no hemos cambiado gran cosa desde que se montó aquel circo mediático del caso Alcàsser. Supongo que son las cosas de la evolución darwiniana, tan lenta y tan desesperante. Veintiséis años después de aquellos sucesos, el Homo Sapiens -y el Homo Ibericus en particular- aún no ha modificado su respuesta neuronal cuando le ponen un plato de buen morbo en la televisión. Hace unos meses, cuando aquel pobre niño se cayó el pozo de la finca, y los “medios de comunicación” instalaron guardia en las cercanías para esperar su milagrosa resurrección, y venderla como si fueran profetas esquizofrénicos en el desierto, muchos pensamos que en cualquier momento iban a aparecer por allí Nieves Herrero, o Paco Lobatón, para hacer el cambio de guardia, y preguntar a los paisanos del bar por su opinión sobre la tragedia, o entrevistar a los familiares del chaval por enésima vez, a ver cómo lo llevaban después de haber dormido la siesta…

    Pero hablando del caso Alcàsser, hay otra cosa lamentable que se reproduce cada vez que una mujer sale a la calle para irse de fiesta o hacer ejercicio, y es secuestrada-violada-torturada-asesinada por un homínido que salió de la cueva a husmear el territorio. Hablo de los articulistas de la prensa conservadora -o sea, la prensa-, los contertulios de las radios obispales, los políticos que ahora se sientan sin vergüenza en los escaños parlamentarios, y que afirman -sin que un rayo de Zeus les parta por la mitad- que bueno, que sí, que sobre el criminal ha de caer todo el peso de la justicia, pero que la mujer, la chica, la adolescente que fue a la discoteca valenciana con sus amigas del pueblo, podría haber obrado de otra manera: para empezar, haberse quedado en casa, que quién las manda, salir solas por ahí, con los tiempos que corren, con la gentuza que anda suelta, y luego, ya de salir de picos pardos, ya de salir a provocar al personal, ya de comportarse como mujeres progres que hacen uso de su libertad y de su libertinaje, hacer autostop para subirse al coche de cualquiera, o darle palique al primer desaprensivo que se acerca... ¿Cómo se las ocurre? ¿Cómo pueden ser tan irresponsables? ¿No saben que, en cierto modo, o sin cierto modo, se lo andaban buscando?
(Hay que ser hijos de puta...)