Tuvo que ser por el año 1997 o 1998. Yo estaba con mi mujer en San Sebastián, recuperando una luna de miel que los virus habían frustrado el verano anterior. Paseábamos por el centro de la ciudad y vimos, anunciada en unos carteles, una manifestación que ya no recuerdo si convocaba Herri Batasuna o la refundida Euskal Herritarrok. De pronto descubrimos el porqué de las vallas en las aceras, de la presencia policial, que nosotros habíamos achacado a que era domingo y que tal vez se celebraba alguna fiesta local: un evento ciclista, o gastronómico, o religioso incluso, todo tan propio de la ciudad.
Mi mujer reaccionó con miedo: vámonos al hotel, volvemos por la tarde, mira que todavía nos tiran algo a la cabeza…, pero a mí me pudo más la curiosidad que el temor. Por aquel entonces, las manifestaciones del llamado “entorno de ETA” eran un ingrediente habitual de lo telediarios, con la pancarta que pedía el acercamiento de los presos abriendo la marcha y los enfrentamientos entre la policía y “los de Jarrai” intercambiándose pelotas de goma y cócteles molotov. Quise verlo con mis propios ojos, asistir en directo a ese pugilato ideológico que yo siempre veía en diferido, y resumido, y seguramente manipulado por los censores del telediario de La 1.
Allí, en la manifestación que luego salió editada a conveniencia en el Telediario, no había millares de asesinos en acto o en potencia. Seguro que había cómplices, simpatizantes de la violencia, gente que se enteraba de un atentado y se quedaba tan pancha pensando que el muerto seguramente era culpable de algo. Tampoco me como los mocos, ni soy tan inocente. Hubo gente que alguna vez gritó “¡Gora ETA!” desde las profundidades de la masa, pero nadie secundó los gritos. Tampoco nadie los recriminó. Por miedo, o por pasar del tema, o porque en realidad aquello ya era como quien oye llover… No lo sé. En octubre de 1998, 224.000 personas como aquellas votaron a EH en las elecciones al Parlamento Vasco. El pasado noviembre, con ETA ya disuelta, o en proceso de disolución, sigue habiendo 277.000 votantes de Bildu que no parecen ser todos unos asesinos. Algo sigue sin cuadrar, cuando la desinformación llega a la Meseta.
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