Sisu

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Finlandia es un mito dentro de la comunidad educativa a la que pertenezco. Algo así como la Tierra Prometida donde atan los ordenadores con longaniza y el profesorado lo mismo recita la lista de los reyes nórdicos que realiza experimentos en el laboratorio para chavales listísimos -y casi todos rubios- de cuatro años o incluso menos. 

Por desgracia, aquí no hay cojones. Y aunque los hubiera, cualquier gobierno que destinara a educación el mismo porcentaje del PIB sería crucificado por la prensa conservadora y los telediarios del mediodía.  Ana Rosa Quintana y Susana Griso -joder, Susana, con lo guapa que eres- les dirían a las marujas que nos gobierna una pandilla de radicales bolivarianos. Para educar a nuestros niños ya están las monjitas, coño, y los simpáticos curas, y si prefieres tirar por lo laico, los centros internacionales donde se aprende a llamar a la criada en muchos idiomas diferentes.

Finlandia es el país en el que yo tengo decidido jubilarme. No me arredra el clima polar ni las escasas horas de sol. Ya estoy muy harto de los calores de La Pedanía, y el sol, en invierno, pues mira: qué más da. Una buena cabaña, una guapa finlandesa y una buena conexión a internet para seguir la liga de fútbol, y por mí como si cae la noche eterna sobre Helsinki, o sobre Laponia. Lo que pasa es que me han dicho que Finlandia es la hostia de cara, y con mi escasa jubilación no me daría ni para comprar el tejado de la cabañita. Y así, claro, te mueres de frío, y ninguna finlandesa vendría a rellenar este regazo mío del Mediterráneo.

Finlandia es un país inhóspito pero altamente civilizado. Son muy pocos y están muy bien organizados. No sé muy bien cómo se las han apañado, pero han repelido intentos de invasión de todos los colores: tropas zaristas, ejércitos rojos, nazis acorazados... Todos se han ido con el rabo entre las piernas. Y de eso va -que ya se me terminando el folio- “Sisu”: de un Rambo finlandés que se carga a tropecientos nazis en lo que no es más que un cómic filmado. Un puro cachondeo. Un divertimento de verano que transcurre en los helados páramos de Laponia, regados con borbotones y borbotones de sangre invasora.