El prado

🌟🌟🌟


En el gaélico de Asturias la tradujeron como “El prau”; en nuestro gaélico de León, “El prao”. Es más o menos lo mismo. Porque todo esto también es gaélico, imperio celta, según nos explicó nuestro guía en el viaje por Irlanda. Uno de los viajeros -¡maldito sea por Odín!- se atrevió a decir que qué pintaba León dentro de esta antiquísima comunidad. Que por aquí todo eran secarrales, y campos infinitos de lúpulo, y que el verde de los praderíos sólo se daba más allá de la cordillera. El guía, que además era compatriota mío, cazurro de pura cepa, prefirió no responderle...

Antes de viajar a Irlanda un amigo asturiano me dijo: “Bah, aquello es como Asturias, pero más grande”. Y no andaba desencaminado: desde el autocar vimos prados como éste de la película a miles, innumerables, tapizando las laderas y las llanuras, y no eran muy distintos de los que se ven en las tierras de los astures y los cántabros. Los irlandeses tienen el agua por castigo y con la que les sobra elaboran la cerveza. 

Todo en Irlanda era, en efecto, más o menos parecido, pero al llegar a Connemara, que es donde Jim Sheridan rodó “El prado”, se acabaron de pronto las similitudes. Connemara es un paisaje extraterrestre. De pronto tomas una curva y ya no estás en los verdes de los celtas, sino en otros verdes más suaves y desafiantes. Menos fértiles. Lunares. Un paraje de ensueño. Brigadoon sin fantamas ni bailarines. Pero también un paisaje donde te imaginas los años del hambre, los de la ausencia de patatas, y comprendes que tú en verdad jamás has pasado necesidad ni has luchado por sobrevivir. 

“El prado” no es sólo la historia de un cabestro obsesionado con su terreno -que encima no es suyo. Es también una historia sobre la eterna desafección del apellido. Ningún hijo sale como una espera. Nuestro ejemplo sirve de poco y nuestro ADN ya se encuentra diluido. La mezcla genética, por mucho que nos esforcemos, es única y protestona. Sigue su propio derrotero. La mayor desgracia de Toro McCabe es no saber aceptar esta verdad palmaria. Lo del prado y el americano es un asunto casi secundario.




No hay comentarios:

Publicar un comentario