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Crazy Love

🌟🌟

En el cine de su pueblo, Harry se enamora de la actriz guapísima y rubia que ilumina la pantalla. Al acabar la película permanece sentado, fingiendo que le interesan mucho los títulos de crédito, como un cinéfilo precoz que quisiera saber quién se encargó de la fotografía, o de llevarle el café a los artistas. Pero en realidad Harry ya no mira la pantalla: con los ojos puestos más allá de la realidad, está asumiendo esa sensación que le hace cosquillas en el estómago, y en la entrepierna. Es una quemazón nueva, al mismo tiempo placentera y desagradable, que le enturbia el pensamiento. Quisiera estar feliz, entusiasmado, porque en este mareo de contradicciones hay algo chispeante, de borrachera infantil, como si le hubieran dejado beber una copa de vino o un dedillo de anisete. Pero el instinto, más agorero, y siempre más sabio, le dice que sólo está viviendo su primera tormenta en el océano de la sexualidad. La primera de las muchas que vendrán a zarandearle, hasta el desguace en el astillero.



    Harry tiene más o menos la misma edad que yo tenía cuando me enamoré de Jessica Lange, en Tootsie, que también era otra actriz guapísima que iluminaba la pantalla del cine Pasaje. Pero yo no pude quedarme solo al final de la película, para recomponer el gesto y buscar respuestas en mi revoltijo emocional. Mi madre había venido para ver la película del año y luego acompañar a mi padre de regreso a casa, tras la última sesión del día. Mientras la gente abandonaba sus butacas, yo ayudaba a los empleados a levantarlas. Casi mil butacones, en aquel cine gigantesco que mi memoria ya casi no puede ni abarcar. No era obligatorio, el trabajo, pero era muy digno, como jugar a ser mayor, y empleado de la empresa, y además te pagaban con el dinero que encontrabas caído de los bolsillos.

    Y mientras yo encontraba duros, y monedas de 25, a veces con la cara del Rey y a veces con la cara de Franco, yo sólo veía el rostro de Jessica Lange flotando en mi deseo, con su cofia de enfermera, y su sonrisa devastadora. El primer fantasma de los muchos que vendrían a romper la paz de las noches infantiles.



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