Holy Spider

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Mientras veía “Holy Spider” he recordado una película parecida de los años 90. Otra true story sobre psicópatas descontrolados y burócratas impotentes. Se titulaba “Ciudadano X”, transcurría en la antigua Unión Soviética y la protagonizaban Donald Sutherland y Stephen Rea. Las autoridades rusas -como éstas de Irán- también se preocupaban por el asunto y se ponían a investigar, pero sin dedicar demasiado tiempo ni recursos. A los tovarich no les entraba en la cabeza que en el País de los Hombres Reeducados hubiera tarados de ese jaez, y se quedaban como paralizados, atrapados en una pesadilla que esperaban olvidar al despertar. 

A los ayatolás de “Holy Spider” les pasa un poco lo mismo: que no conciben a este criminal tan salvaje y contumaz, y lo van dejando correr a ver si se cansa de matar o si se descubre que al final eran unos americanos rodando una película. En todo caso, los ayatolás son mucho peores que aquellos burócratas de “Ciudadano X”. Los comunistas eran unos materialistas que solo creían en la física y en la química, en el Más Acá de la vida y del disfrute, y la muerte de seres inocentes -que no fueran enemigos del Partido, claro- les parecía un atentado terrible contra la razón. En “Holy Spider”, sin embargo, mientras el psicópata asesina prostitutas en la ciudad santa de Mashhad, hay prebostes en Teherán que miran con buenos ojos que un iluminado les vaya limpiando las aceras de mujeres impuras. 

Eso es lo que denuncia la periodista Rahimi en un acto de valentía casi suicida: que entre la incredulidad de la policía y la sonrisilla de los jerifaltes, el “asesino de arañas” va a seguir rulando con su moto hasta que alguien decida nombrarle Héroe de la Patria y Reformador de las Costumbres. Rahimi, por supuesto, tiene toda la razón, pero creo que se impacienta demasiado. Los espectadores occidentales ya sabemos por otras películas que los ayatolás pueden ser unos iluminados que tardan mucho en arrancar, pero cuando pillan al criminal aplican el Código Penal sin andarse con gilipolleces. Ni sí es sí, ni no es no.