Mostrando entradas con la etiqueta Asta Kamma August. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Asta Kamma August. Mostrar todas las entradas

Hipnosis

🌟🌟🌟


Si nos garantizaran que con una sesión de hipnosis nuestra autoestima iba a pegar un subidón, ni siquiera preguntaríamos el precio -seguramente abusivo- de la sesión. Pagaríamos lo que hiciera falta porque a la larga una autoestima alta ahorra dinero en los bolsillos. Con la mirada alta y el orgullo vitaminado ya no hay que ahogar las penas en sustancias ni comprar cosas innecesarias. Ya no hay que pagar por el amor ni conducir un todoterreno que compense nuestra poquedad. Reconciliados con el espejo, se relajan los músculos de la cara y se camina con el cuello dos centímetros más estirado, y basta con eso para que el género deseado te otorgue el beneficio de la duda, y el género indiferente te vea como un rival en el ecosistema.

“Hipnosis”, al principio, cuenta la historia de una muchacha llamada Vera que está harta de que su novio se imponga en las conversaciones y se somete a una sesión de hipnoterapia para ganar confianza y saber contradecirle cuando toca. Vera es la que maneja el dinero en la pareja, así que no busca un empoderamiento social, sino una reafirmación personal. Pero a medida que avanza la película todo se enreda y se hace más inaprensible... Al menos para el espectador mediterráneo, mucho menos sofisticado que el sueco, o que el escandinavo en general, que ya vive en el cine y en las problemáticas del futuro. 

Hay quien dice que “Hipnosis” esconde una crítica al mundo de los emprendedores. Sí, quizá... La película es un poco como Elmer el de los “Looney Tunes”, que disparaba a casi todo y no acertaba a casi nada. Yo, por mi parte, porque soy un viejo bolchevique, entiendo mejor esa lucha de poder que se produce en el interior de la pareja que forman Vera y André. Una contienda que no tiene nada que ver con los géneros ni con las personalidades, sino con la lucha de clases que explicaba mi abuelo Karl. No todo son barricadas ni sindicatos: un dormitorio también puede ser el escenario de una contienda entre el burgués y el proletario. André, por ejemplo, es el hijo de don Nadie, y Vero la hija de mamá. Ellos creen que se aman, pero quizá no haya abismo más grande para el amor.





Leer más...