Anatomía de un instante

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A los militares, al final, les apaciguaron con dinero. Es una práctica muy eficaz que ya se usaba en tiempo de los romanos.

- ¿Cuánto cuesta tu patriotismo, tu españolía, tu huevada peluda dentro del calzoncillo? ¡Pues toma, como estos!

Así les dijeron desde el gobierno de la UCD -que apenas duró unos meses más tras el golpe de estado- y luego desde el gobierno de los socialistas, que ya eran ex socialistas por entonces y nos enteramos mucho después a fuerza de desengaños. 

En el colegio teníamos un conocido que era hijo de un capitán y pasó de la noche a la mañana de ser un purrela como nosotros a ser un burgués alejado de nuestros gustos: de pronto ya vestía con mejores ropas, y jugaba al tenis en el cuartel, y veraneaba en un apartamento que les concedía el Ministerio de Defensa a orillas del Mediterráneo. Su padre era un bocazas fascista que no volvió a proclamar en público sus desavenencias con la democracia. La democracia era una cosa inventada por los rojos que sin embargo le había sonreído con una lluvia de billetes.

Así fue como terminó todo: con un soborno. Los militares se retiraron a sus cuarteles de invierno y prometieron no volver a sacar los tanques a pasear. Solamente –se sobreentendía- si el Partido Comunista ganaba las elecciones o si los catalanes se escindían de la patria. La propaganda oficial, sin embargo, nos decía que los militares se habían convertido, o reconvertido, que sólo quedaban cuatro fachas nostálgicos y cuatro tarados belicosos. ¡Ya hablan inglés!, nos decían, como si hablar inglés te curara las veleidades.

El golpe de Tejero ya parecía una cosa ridícula de beneméritos bigotudos hasta que un día los comunistas gobernaron en coalición y los catalanes amagaron con convertirse en europeos de verdad. De pronto se oyó otra vez el ruido de sables y los milicos pidieron más dinero para dejar de entrechocarlos. En los cuarteles, mira tú, brotaron los fachas como setas. Estaban ahí. Siempre estuvieron ahí, vigilándonos. La patria es suya y solamente nos la prestan. Con condiciones. No me lo invento yo: lo decían en sus wasaps. 



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