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Mad Max: Furia en la carretera

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Me jode darle la razón a José Luis Aznar (de soltero José Luis Garci). Pero es que la tiene. Como él es miembro de la Academia de Hollywood y tiene derecho a votar cuando llega la temporada de los Oscar, aquel año le preguntaron por la mejor película de las nominadas y respondió sin dudar que “Mad Max: Furia en la carretera”. Yo por entonces ya había visto la película y me quedé algo sorprendido. Garci -ese cursi, ese relamido, ese pornógrafo de los sentimientos- había votado por la película más gamberra de todas, por la menos sensible y plañidera, aunque también es verdad que por la más violenta y machirula: la predilecta de los fachas cuando alguna vez la pasen por 13 TV. 

Como diría Miguel Maldonado, en “Mad Max: Furia en la carreta” hay hostias a mansalva, coches que hacen bruuum-bruuum y tías güenas que lucen body en el desierto.(Y sin embargo, ay, cuánto me jode decirlo, es una obra maestra).

Al ritmo que vamos, con negacionistas como el mismo José Mari al mando de la nave, el futuro apocalíptico de Mad Max está más cerca que nunca: de Estocolmo para abajo todo será un gran desierto sahariano. Una desgracia para la humanidad, sí, pero una ocasión de oro para el hombre. En realidad, la tierra de las oportunidades. El paraíso de los emprendedores. El sálvese quien pueda que dejará muy claro quién ha nacido para mandar y quién para servir; quién se va a ganar el pan cueste lo que cueste y quién va a mendigarlo con la boca desdentada y los tumores en la columna. El Cielo de los Justos, al fin, pero en la Tierra, como un entrenamiento cojonudo antes de que llegue el Armageddon.
 
El futuro de Mad Max es un poco como el presente de Texas, que es el ejemplo social a seguir por el facherío: los únicos negocios prósperos son una  fábrica de armas, otra de gasolina y una granja de mujeres donde un grupo de jamados religiosos las tienen presas para ser ordeñadas y procrear. En la película existe una cuarto negocio posible, muy ecológico, que es la Tierra Verde donde sólo habitan mujeres y te descerrajan un tiro por el mero hecho de ser hombre. No seré yo el que nos defienda, pero jolín... También hay tipos majetes como Max.







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Mad Max. Salvajes de autopista

🌟🌟🌟


Apostaría mil dólares australianos a que esos salvajes de la autopista que le arruinaron la vida a Max Gibson pertenecen a la fundación FAES o a su prima hermana de Melbourne. O a que, por lo menos, simpatizan con ella y acuden a votar cada domingo electoral con sus motos, haciendo brum-brum con los tubos de escape desatados.

 ¿Les suena de algo esta salvajada dialéctica?:

"A mí no me gusta que me digan: no puede ir usted a más de tanta velocidad”.

¿O esta otra?

"Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente”.

Pues no las dijo Toecutter, el líder psicópata de los moteros australianos, sino José María Aznar, el líder sociópata de los populares españoles. Los moteros de Mad Max iban más bien enfarlopados, o mareados por la gasolina; José Mari, en cambio, como en su día Miguel Ángel -el ventrílocuo de Isabel Natividad- iba más bien alcoholizado. Con buen vino de la tierra, eso sí, porque son gente de posibles y no se maman como los pobres, tirando de garrafón y del alcohol de Mercadona. Es una lástima, ay, que los sopladores de la Guardia Civil, seguramente fabricados en Venezuela, no distingan el alcohol proveniente de un Vega Sicilia de otro que se compró en una oferta 3x2 del supermercado.

Si Toecutter es un delincuente, estos otros pajaruelos también. No veo la diferencia entre conducir drogado por una carretera australiana y conducir alcoholizado por una autopista castellana. Es verdad que el desierto australiano es un páramo de la hostia donde no crece ni el cereal, pero a cambio hay fauna extraña y unos cactus que salpican el paisaje. Eso sí: los salvajes de Mad Max, incluso cuando van en alocada persecución, conducen siempre por la izquierda. No dejan de ser nietos de británicos. Si en la Piel de Toro, a los fascistas, les obligaran a conducir por la izquierda y no por la derecha como Dios manda, habría hostias frontales todos los días a las seis de la mañana. 




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