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Still Crazy

🌟🌟

Soy un seguidor habitual del podcast “Tiempo de culto”. Lo escucho por el monte cuando paseo con Eddie entre los viñedos. Si no hay pájaros que canten, prefiero escuchar el programa antes que atender a mis propios pensamientos, ya repetitivos y muy poco fructíferos.

Ellos se llaman a sí mismos “el podcast de los Pollaviejas”, aunque sus responsables, Paco Fox y Ángel Codón, sean algo más jóvenes que yo. Si su polla es vieja, la mía debería ser vetusta, prácticamente inservible, y yo, la verdad, no la veo tan mal cuando llegan los entusiasmos. 

Da igual. Ese no es el tema. “Tiempo de culto” no es un podcast que trate sobre pollas -aunque a veces, porque esto es un corrillo entre hombres, la conversación derive hacia lo sexual o lo escatológico- sino un podcast sobre el cine de nuestras vidas. En Fox y Codón he encontrado el punto medio entre el cinéfilo cultivado y el cinéfilo provincial. Si hay que hablar de cine clásico, pues se habla; y si hay que hablar de majaderías contemporáneas, pues también. Lo mismo reina la inteligencia que el cachondeo. A veces tomo notas mentales y a veces me parto de la risa. Unas veces encienden la pipa del crítico petulante y otras se ponen a jalear la película como aquellos Gremlins que veían “Blancanieves”. Fox y Codón no esconden sus manías, sus contradicciones, sus gustos muy personales y a veces intransferibles. Me emociono cuando encuentro en ellos el respaldo a una pedrada muy personal; me frustro cuando recomiendan una película “de culto” y yo pico en el anzuelo y quedo herido de aburrimiento, con un desgarrón en la mandíbula.

No suele suceder, pero a veces pasa. Hoy, por ejemplo, sigo curándome  la herida con el Betadine y las gasas profilácticas. “Still Crazy” es cine de rockeros para rockeros. Y nada más. No tiene ni gracia ni chicha ni ná. Los Pollaviejas la ponderaban mucho en su programa, pero me da que hace tiempo que no la ven, o que con la banda sonora ya les vale para reivindicarla. Pues vale... Po fale... Esto del cine es United Colors of Benetton y aquí cabemos todos o no cabe ni Dios.





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V de Vendetta

🌟🌟🌟🌟


El fascismo no ha muerto. Sólo estaba de parranda. Cuando veíamos a los nostálgicos del III Reich avanzar en todos los países europeos, aquí, en la excepción española, donde todo llega con décadas de retraso, lo mismo la modernidad que la fatalidad, nos preguntábamos: ¿dónde está esa gente? ¿No vota? ¿Se ha extinguido de muerte natural? ¿La modélica Transición pilotada por Campechano I les ha reformado las entrañas? ¿O es que esa gentuza -los racistas, los golpistas, los falangistas de pueblo, los matones, los camisas pardas al servicio de los evasores fiscales, los machistas, los analfabetos de la historia -vota con la nariz tapada a la gaviota que se caga? Y era lo último, sí, como todos nos temíamos.

El franquismo sociológico estaba ahí, agazapado en la calle Génova, en las tertulias de la COPE, en los exabruptos de Federico, esperando su oportunidad. Llevaban cuarenta años esperando al Mesías; y el Mesías, con su barbita bíblica, y su mirada de iluminado, apareció entre los fieles, señaló al demonio de color rojo, y reagrupó a las huestes para proseguir el combate. De momento, a golpe de voto. Luego ya veremos... El Mesías sólo tuvo que disipar los complejos y las mariconadas. "Soy facha, sí, ¿qué pasa?", es la nueva desvergüenza callejera.

El fascismo siempre vuelve. No es un movimiento puntual, sino una marea de la historia. En esto también hay bajamares y pleamares. No lo inventó Mussolini en un rapto de locura: él sólo se subió a la ola. El fascismo es un asunto inscrito en los genes: tiene sus raíces en el miedo instintivo, y en la ausencia de reflexión. Y la mayoría de la gente es así. Lo raro es que no saquen muchos más votos. Que no arrasen. Todavía queda mucho franquismo sociológico por aflorar. La cosa pinta jodida: el virus no se va, la pobreza se extiende, el cabreo se inflama... Crece el orgullo nacional, como si los testículos y los ovarios rojigualdas fueran de una biología especial. Quizá la preferida por Dios. La bandera ondea cada vez en más balcones. Ya nos vamos pareciendo a la América profunda. Sólo nos falta el rifle y la espiga en la boca. Convenía ver “V de Vendetta” para recordar todo esto.




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The honourable woman

🌟🌟🌟

The honourable woman cuenta la historia de Nessa Stein, una mujer millonaria, heredera del imperio de su padre, que trabaja sin descanso por la concordia entre israelíes y palestinos. Aunque ella es judía, y su padre participó activamente en las guerras de partición, Nessa sueña con la relación fraternal entre los dos pueblos. Para ello ha tendido una red de telecomunicaciones que une a todos los habitantes del secarral bíblico, para que se envíen whatsapps, y tweets, y mensajes de texto, en hebrero, o en árabe, o en arameo. Y así, tic a tic, y verso a verso, se vaya tejiendo la red que unirá las almas y los espíritus. "Por internet hacia la paz", viene a ser más o menos su lema.


     Nessa, obviamente, es una bobalicona sin remedio, un baronesa del Imperio Británico que se levanta por las mañanas y no tiene muchas cabras que ordeñar. Ela se ducha, desayuna, administra sus cuatro asuntos con los asesores y luego se pone a jugar con los mapas de Palestina, a ver si unimos Gaza con Hebrón, o Cisjordania con Tel-Aviv. Por encima de Nessa, sobrevolando como buitres sus valiosísimas redes de fibra, están el Mossad, Hezbolá, el MI6..., organizaciones que viven de la guerra y de la conspiración, y cuyos responsables no desean la paz que tanto sueña Nessa, porque se quedarían sin trabajo. 

    Y por encima de todos ellos, por supuesto, dirigiendo el cotarro desde las sombras, los americanos y sus agentes. En estas tierras ya no rascan mucho petróleo, pero siguen votando a congresistas y senadores muy temerosos de Yahvé, tipos muy religiosos que viven convencidos de que será allí, en la colina de Megido, donde tendrá lugar el Armagedón, la Lucha Final entre las huestes del Bien y del Mal. Ellos, por supuesto, piensan salir triunfantes a costa de los sarracenos, de los comunistas, de los chinos incluso, como sigan dando por el culo con sus estrategias comerciales.



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Blackthorn

🌟🌟🌟

No hay nada más aburrido que un western típico, con su pueblo fotocopiado, su saloon y su whisky, sus putas y su cancán, sus duelos al sol y sus petulancias de macarras al atardecer. El sheriff guapísimo y el malo sin dientes. El bueno que no falla un disparo y el malo que jamás acierta ninguno. El médico borracho y el leguleyo con gafas. Los de la partida de póker y los cuatreros sin afeitar. Los héores que reciben balazos en el hombro y los indios que caen muertos a tres por disparo. Los colonos piadosos en su carromato y los lunáticos vestidos con pieles de oso en las montañas. El Séptimo de Caballería -¿no había otro, el Sexto, o el Segundo?- que siempre llega a tiempo y siempre comparece impoluto. Las bandas de mexicanos que nunca llegan a tiempo y jamás encuentran el momento de lavarse.

            Me pasé la infancia viendo la misma película en la tele, una y otra vez. Y se me ha quedado un trauma. Es ver a un cowboy llegar al pueblo y cambio de canal como reacción instintiva. El western ha producido obras maestras incontestables, algunas de las cuales ocupan un lugar preemimente en mis estanterías: El hombre que mató a Liberty Valance, Sólo ante el peligro, Río Rojo, Sin Perdón, Centauros del desierto, Grupo Salvaje, Jeremiah Johnson... Pero son una de cada diez, o de cada cien. Perlas valiosísimas  desperdigadas en la inmensidad del océano. 

          Aunque los paisajes bolivianos que acogen las andanzas del viejo Butch Cassidy sean bellísimos, Blackthorn, me temo, es una nueva reiteración del asunto. El Oeste era como era, eso lo comprendo, y tampoco van a poner en él ordenadores o legiones romanas para darme a mí el gustazo de lo original. O alienígenas, como en la última parodia del género. Pero el Oeste, eso seguro, ya da muy poco de sí. Es un filón próximo al agotamiento. ¿Para qué, pues, estas revisitaciones, estos remakes, estos homenajes, estos "westerns crepusculares" que ya sólo son el eufemismo de lo visto mil veces? Qué ganas me están dando, jo, de poner al otro Butch Cassidy, mucho más joven, en "Dos hombres y un destino", antes de la balacera.





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