🌟🌟🌟🌟
Ahora que ya pasó, tengo que decir que el año 2020 tampoco
fue tan horrible como lo pintan. Pero esto lo digo porque las desgracias sanitarias
sólo han pasado rozando por mi lado. Soy consciente. El coronavirus soltó sus
bombas lejos del núcleo familiar o del círculo de amistades. De momento, me
sonríe la fortuna, y puedo hacer algo de cuchipanda con el año que se fue. Pero
quien haya perdido un ser querido, o se haya quedado sin ingresos regulares, tardará mucho tiempo en reconocer que el 2020
también tuvo huecos para la risa, para el orgullo, quizá para el amor verdadero.
El 2020 se me ha ido al limbo como cualquier otro, improductivo
y fulgurante. Soy un año más viejo, y un año menos sabio. Si ha sido un año de
mierda, lo ha sido como todos los demás. Ha sido una vuelta al sol muy extraña,
rocambolesca, en lo personal y en lo universal. Pero al final haces balance y
se cumplió lo que siempre digo cuando brindo por Nochevieja: “Virgencita,
virgencita, que me quede como estoy...” Lo digo con la boca pequeña, claro,
porque todavía aspiro al amor verdadero, a la lujuria ocasional, al sueño inmobiliario,
al hijo autónomo y encarrilado. Pero también sé que la vida es una cabrona que
negocia muy duramente sus concesiones, y de momento no sé cómo convencerla, o cómo
seducirla. Quizá, simplemente, es que no me lo merezco.
Pero 2020, qué narices, tuvo sus momentos de gloria: el
Madrid ganó la Liga cuando nadie daba un duro por los muchachos de Zidane. Un
mes después, el Barça perdió 8-2 con el Bayern de Múnich y yo esa noche fui
feliz como un niño cuando sale de la escuela, como cantaba Serrat. Mi hijo por
fin encontró un piso decente donde vivir. He visto películas maravillosas. Donald
Trump perdió las elecciones en Estados Unidos. La coalición socio-etarra sobrevive
a pesar de todo. Eddie se perdió una vez persiguiendo a los corzos y apareció
media hora después, tan campante, cuando yo ya desesperaba. Me compré una bici
nueva. La historia ha dejado a nuestro rey emérito donde se merecía. Nos quitaron
el fútbol en los estadios pero nos pusieron mucho snooker por la tele. Llevo
media novela escrita. “The Crown” ha provocado sarpullidos en los culos británicos
de Sus Altezas y Majestades. Todavía lloro de risa alguna vez. Todavía no han
cancelado “La Resistencia” ni “La vida moderna”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario