La maternal

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Tenía ganas de ver “La maternal” porque es la nueva película de Pilar Palomero tras aquella sorpresa de “Las niñas”. Y como justo ayer atracó el barco pirata junto a mi ventana, con el nuevo cargamento procedente de Maracaibo, decidí posponer la maratón de “Los Soprano” para hacer un hueco a ésta que decían “nuevo prodigio del cine español” y todas esas cosas. Y que conste que dejar a “Los Soprano” a medio chantaje  o a medio asesinato es todo un privilegio para cualquier ficción.

Pero no. “La maternal” no cumplió las expectativas. Ni de coña, vamos. Ni de pollo, si lo prefieren. Y no fue culpa del martes sombrío, que yo ya me conozco. En esto de las películas soy un verdadero esquizofrénico con doble personalidad: Faroni es Faroni, y el cinéfilo es el cinéfilo, y poco de lo que le pasa a uno influye en el otro. Y si pasa, es más bien al revés: una buena película salva un día malo, pero un día malo jamás arruina una buena película.

“La maternal” es aburrida en sí misma, intrínsecamente, con independencia de si llueve tras el cristal o si calienta el sol de la primavera. Dura dos horas -qué manía, qué dictadura de las plataformas que ahora financian la ficción al peso- pero podría contarse en un cortometraje aseadito y muy conciso. Media hora hubiera bastado para contar esta historia de la adolescente insoportable que se queda embarazada y recibe el castigo divino en forma de lloros de bebé. Y es que ni Carla, la chavala en cuestión, me conmueve en el sofá. La primera escena la describe de tal modo que luego cuesta mucho remontar la empatía: Carla es violenta, salvaje, malhablada, desafiante, perdida para la causa de la civilización. Una liante con la que sería mejor no cruzarse por la vida, y verla solo eso, en las películas.

He leído por internet que “La maternal” es en realidad un programa de Jordi Évole que nos han querido vender como película, suprimiendo las apariciones del propio Jordi. Un documental -pero eso, un documental- sobre madres jóvenes y primerizas arrastradas por la vida. Pudiera ser.