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The New Pope

🌟🌟🌟🌟🌟

El dinero y el sexo mueven el mundo. Casi siempre para buscarlos y muy pocas veces para rehuirlos. Todo lo demás es tiempo de espera o un desvío por carreteras secundarias. Ochenta años antes de los hechos narrados en “The New Pope”, Liza Minnelli, en el Berlín del protonazismo, cantaba “Money makes the world go round” mientras meneaba el escote con lascivia y Joel Grey, a su lado, le hacía gestos obscenos con la lengua. 

El Vaticano -incluso el Vaticano un poco complaciente de Paolo Sorrentino- está lleno de gentuza muy poco recomendable: fascistas, viciosos, pederastas, vendedores de humo y manipuladores muy hábiles del Espíritu Santo. Pero tontos, a esas alturas del cardenalato, no creo que haya ninguno. En la carrera eclesiástica, que es la más exigente de todas las profesiones, los más decentes y los más incapaces se quedan en los primeras vallas a predicar entre las ancianas la renuncia a las riquezas y el valor supremo de la castidad. 

Mientras los curas de tropa cuentan estas martingalas a los creyentes, allá, en la Ciudad del Vaticano, en el Meollo del Asunto, los cardenales viven abrumados por sus pecados sexuales, que son muchos y variados, y también angustiados por la idea de que después de varios siglos de escaqueo, el Gobierno italiano les haga pagar impuestos para terminar con sus días de vino gratuito y rosas en el jardín. 

Bragueta y bolsillo: no hay nada más. Por mucho que se revistan de ropajes y de ceremoniales, los cardenales son iguales que nosotros. Nada les distingue de la plebe a la que amenazan con las penas del infierno. Muchos de ellos ya ni siquiera creen en Dios, porque hace mucho que dejaron de creer en los hombres y en las mujeres. Ya quedan muy lejos los días en los que se sintieron especiales, casi espirituales, cuando escuchaban la voz de Dios y a veces, durantre unos segundos maravillosos, se creían libres del instinto y de las imperfecciones de la carne.




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Californication. Temporada 6

🌟🌟🌟


Tengo que confesar que ya me cansa un poco “Californication”. Y eso que yo era su evangelista -su lúbrico evangelista- en esta tierra estéril de los infieles. La sexta temporada es un calco de todas las anteriores. Los chistes se repiten y el desenfreno se autoparodia. 

Incluso la trama central parece el mismo ADN duplicado: Hank Moody -que desde hace varias temporadas ya no es escritor y no sabemos muy bien de qué vive– le baila el agua a una estrella del rock and roll que a cambio le provee de titis y de drogas hasta jartarse. “En temporadas anteriores de Californication”, Moody, al menos, se curraba los triunfos con la escritura, o con la caidita de las Rayban sempiternas. Ahora le ponen los polvos como a Franco le ponían el atún, o al Emérito el oso siberiano, así que hace tiempo que se nos ha caído el mito del Hank Palomo que se guisaba y se comía sus propios platos suculentos. 

(Mientras tanto, entre polvo y polvo -polvo de coca y polvo de meteysaca, digo- Moody sigue echando de menos al amor de su vida, la tal Karen, que se ha vuelto otro personaje escurridizo y sin línea argumental, supongo que porque Natascha McElhone entraba y salía de los rodajes a causa de sus compromisos o de sus movidas personales). 

Eso sí: en esta sexta temporada sale la mujer más guapa de cuantas se acostaron con Hank Moody en la ficción. Y puede, incluso, que con David Duchovny en la realidad. Si California se ha convertido otra vez en el paraíso perdido de “Californication” es gracias a esta actriz llamada Maggie Grace que consigue que la atención del espectador vuelva a vitaminarse y mineralizarse. Mi Super Ratona... 

Cando ella no está dan ganas de avanzar el metraje con el puntero del ratón; cuando ella aparece con sus vestidos mínimos y sus botazas de rockera, dan ganas de congelar el momento para toda la eternidad. Bendito sea el código binario que la inmortalizará en nuestros ordenadores o en la nube de las plataformas. Dentro de las matemáticas se escondía una secuencia de unos y ceros que era la belleza absoluta -la soñada por el mismísimo Platón- y creo que los científicos ya la han encontrado.





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