Mostrando entradas con la etiqueta Paul Rudd. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Paul Rudd. Mostrar todas las entradas

Vengadores: Endgame

🌟🌟🌟

En esta realidad nuestra de los no-comics, los expertos del cambio climático reclaman medidas globales para protegernos contra la venganza de la Tierra. Tony Stark, en la realidad de las películas, reclama que los gobiernos construyan escudos energéticos para protegernos contra la venganza del Espacio.



    Es un paralelismo preventivo que se me ocurrió mientras veía “Vengadores: Endgame”, sobre todo en los ratos muertos de los puñetazos muy aburridos. En el mundo ficticio de Los Vengadores, todo el mundo vio por la tele cómo los extraterrestres destrozaban y asesinaban por doquier, pero luego, a la hora de la verdad, nadie quiere pagar los impuestos necesarios para protegerse de su invasión, y nadie quiere recaudarlos para no perder la simpatía del elector. Sucede como en aquel episodio de Los Simpson, en el que un oso aterrorizaba a la población de Springfield, el alcalde proponía una subida de impuestos para crear una brigada antiosera, y la gente terminaba prefiriendo convivir con el miedo a soltar los dólares del bolsillo. Y allá que iba Homer, a detener la amenaza…

    Las ficciones de Los Vengadores y de Los Simpson las escriben, por supuesto, gentes muy avispadas que viven a este lado doliente de la realidad. Todos vimos en los telediarios otras pandemias asiáticas que amenazaban la visita de ésta, su hermana mayor. Y todos seguimos viendo el trastorno climático que ha convertido las estaciones en sólo una retórica de los poetas. Y aun así, permanecemos casi todos de brazos cruzados, pasándole la patata caliente a la siguiente generación. En diciembre vino Greta Thunberg a sacudir nuestras conciencias. Fue apenas un cachete, en comparación con el asesinato en masa que perpetró el coronavirus sólo dos meses después. Son los avisos del planeta... El mundo se ha llenado de superhéroes que trabajan en los hospitales y en las cajas de los supermercados. Trabajan a posteriori, bajo las balas, en el campo de batalla. Son, ay, vengadores, como los de la película, pero no preventores, que es lo que Tony Stark  también predicaba en el desierto.



Leer más...

Cómo vivir contigo mismo

🌟🌟🌟

Cómo vivir contigo mismo… Pues viviendo. No hay otra. Es lo que hacemos todos en este valle de lágrimas, por propia definición de la vida: el que deja de vivir consigo mismo es que se suicida, o se enajena, que es otra forma de escapar. Así que no hay otro remedio que convivirse, si se quiere disfrutar de los pequeños placeres. Hagamos lo que hagamos, en soledad o en compañía, nunca estamos solos: siempre está uno mismo fisgando, alentando o criticando según el proceder. Y como no podemos ahuyentarlo, ni amordazarlo, tenemos que aprender a negociar sus manías y sus miedos, sus caprichos y sus gilipolleces. Después de las siete horas de sueño -en las que vives contigo mismo, sí, pero de un modo difuso, casi despersonalizado -te levantas por la mañana y tú mismo ya estás ahí, esperando al pie de la cama como un mayordomo eficiente, dando pol culo con las preocupaciones y las toses de la edad. Que si llego tarde, que si tengo que arreglar aquello, que si vaya mierda de café… El uno mismo que es nuestro monólogo interior, nuestro gusanillo de la conciencia, nuestra imagen en el espejo. Ese tipo que a veces me da un capón en el cogote, coge mi ordenador de malos modos y se pone a escribir sus cosas sin preguntarme, como ahora mismo, yo a su lado, sin muchas ganas de corregirle.



    Paul Rudd, en Cómo vivir contigo mismo, está bastante harto de vivir consigo mismo, y decide someterse a una extraña terapia genética que limpiará su cuerpo de radicales libres, y su mente de malos pensamientos. Un yo rejuvenecido y alegre, ya sin canas en el pelo ni arrugas en el alma, que tratará de reverdecer los viejos laureles de su maltrecho matrimonio, y de su empleo a punto de naufragar. Pero esto es una comedia de Netflix, algo sale mal en la mesa de operaciones, y al despertar de la anestesia, Paul Rudd descubrirá que a partir de ahora tendrá que vivir consigo mismo no metafóricamente, no literariamente, sino de verdad, en carne y hueso, con ese clon que le han fabricado desde las entrañas y que siente lo mismo que él y recuerda lo mismo que él. Un clon con la misma edad, pero pluscuamperfecto, enérgico, radiante, que al conocer a la bella esposa de su yo original pensará: “Joder, soy yo mismo, pero mejor, y sin gafas… Me la quedo”. Un triángulo amoroso con dos lados iguales, o casi: el amor isósceles.



Leer más...