Mostrando entradas con la etiqueta Xosé Touriñán. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Xosé Touriñán. Mostrar todas las entradas

Fariña. Temporada 2

🌟🌟🌟🌟


No sé si sale en “Fariña”. Quizá lo mencionan de pasada o sale en segundo plano. No lo recuerdo. Me extrañaría porque yo estaba muy atento a su aparición. También es verdad que son muchos los narcotraficantes implicados y todos llevan un mote que duplica su presencia. Pero Marcial Dorado, por los años 80, también traficaba con fariña por la ría de Arousa. De hecho, leo en internet que él también empezó trabajando para el tal “Terito”, el godfather de todos estos delincuentes. 

Dorado empezó conduciendo una lancha motora y luego fue ascendiendo en el escalafón. La carrera militar. De cuatreros de tabaco a émulos de Pablo Escobar. No me extrañaría nada que hubiera compartido putas y borracheras con Sito Miñanco y los otros paletos analfabetos. Los números, sin embargo, siempre se les dieron de puta madre. Gente de ciencias, ya ves.

Al tal Dorado tardaron veinte años en trincarle. Puede que al final fuera el más listo o el más suertudo. O el más protegido... Pero mientras delinquía sin ser detenido, todo el mundo en Galicia sabía a qué se dedicaba. Su nombre salía embarrado una y otra vez en los periódicos. El único en Galicia que no lo sabía, que no se enteraba, que vivía en la inopia feliz de sus cojones, era Albertito, que por aquel entonces ya era un alto cargo de la Xunta y se iba de vacaciones con Marcial Dorado a esquiar por Andorra o a conducir yates por las rías. 

Si “Fariña”, la serie, termina en 1990 con la operación Nécora, la foto en la que Núñez Feijoo maneja con suma campechanía el timón de Dorado -qué metáfora- data de 1995. Se filtró a los medios en 2013 y Dorado ya llevaba 10 años en la cárcel. Albertito, en las entrevistas -todas de guante blanco, of course- fue cayendo en las habituales contradicciones: que no lo conocía, que lo conocía un poquito, que una vez fueron juntos de vacaciones pero ya no recordaba a dónde, que era su amigo pero que no le constaban sus actividades delictivas... Mierda sobre mierda. Y, por supuesto, el encubrimiento cómplice de la prensa del Movimiento.

Ahora entiendo por qué nunca se rodó la segunda temporada de "Fariña".



Leer más...

Justo antes de Cristo


🌟🌟

Los romanos que vivieron justo antes de Cristo también decían cosas como “me pica un huevo esta mañana”, o “me cago en los dioses”, “o qué buena estás con la túnica, Emilia Claudia”. Parece una perogrullada, sí, pero salvando a los enemigos de Astérix, y a la corte de Pijus Magnificus en La vida de Brian, todos los romanos conocidos salen envarados en las películas, y en las series, los péplums lamentables que ya nadie ve ni en Semana Santa. Romanos que nunca cagaban ni meaban, ni carraspeaban cuando iniciaban el discurso, siempre impolutos en sus trajes militares o en sus togas del Senado, departiendo en latín literario, impecable, de precisión militar o burocrática, lisonjeando a las damas con poemas de Lucrecio o de Virgilio que ahora serían el descojono de las chicas del instituto. Personajes teatrales y muy poco terrenales que en realidad nunca nos creímos; ya no sólo distantes en el tiempo, sino también habitantes de otro sentido común, casi de otra especie humana que dejó acueductos enormes como legado histórico, y no puntas de hueso en las cavernas de la cordillera.



    Los creadores de Justo antes de Cristo han visto en la desacralización de los romanos, en su humanización puesta al día, un filón humorístico para que los abonados de Movistar + -que somos los únicos que vamos a ver la serie, y no todos, visto lo visto- nos descojonemos de la risa y nos reconciliemos con nuestros tatarapasados. Aquí todos llevamos sangre del Lacio en las venas, en mayor o menor proporción, y conozco a más de un norteño que fantasea con ser descendiente del mismísimo Augusto que vino a combatir a los cántabros, y fue dejando bastardos imperiales en que cada ciudad que fundaba, o en cada campamento que levantaba. 

    Lo que pasa es que la serie sólo tiene gracia  en su primer episodio, y pasada la tontería de ver a los romanos hablando como humanos del siglo XXI, el resto es como encontrar un trébol de cuatro hojas entre otros muchos que sólo ofrecen tres: alguna gilipollez que no compensa el esfuerzo de ir todo el rato agachado, con la vista en el suelo, descartando brotes insustanciales… Los tgéboles, que hubiera dicho el gran Pijus.






Leer más...