Historia de un matrimonio

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El amor termina igual que empieza: de sopetón. Se enciende con el resplandor divino de un cuerpo y se esfuma con el fundir inesperado de una bombilla. No hay transiciones ni estadios intermedios. No hay listas de pros y contras en una libreta cuadriculada. Se ama o no se ama. La misma duda ya es un síntoma del desamor.

La bioquímica es sin embargo tozuda y puñetera. Cuando nos sabemos enamorados lo reconocemos con certeza, pero cuando nos intuimos desenamorados las sensaciones se vuelven más difíciles de interpretar. La música que antes sonaba en allegretto ahora es una cacofonía donde las tripas tocan una melodía y la razón otra muy distinta que las contradice. 

La cosa se complica cuando en la pareja a uno se le apaga el amor y al otro todavía le resplandece. El todavía amante -que ya no amado- se queda descolocado, con cara de lelo, y se instala en un mundo fronterizo que es mitad dolor por el amor perdido y mitad esperanza por el afán de recobrarlo. Ayer mismo el amor estaba ahí, indudable, con vocación de eternidad, y de repente se ha esfumado tras la discusión última y definitiva.

En "Historia de un matrimonio”, el personaje abandonado, el que se queda haciendo pucheros como un niño, es el de Adam Driver, que intenta recobrar a Scarlett Johansson con cien argumentos que se estrellan contra su decisión inamovible. A Scarlett se le terminó el amor y punto. Harta de escuchar su cacofonía interior, decidió que era mejor alejarse del escenario que seguir aguantando ese concierto insoportable de notas discordantes. 

Adam Driver llamará varias veces a su puerta, llorará, implorará, tratará de razonar lo que ya es irrazonable y visceral en el ánimo de su mujer. Sufrirá, y mucho, pero al final de la ruptura, en la derrota final, le consolará saber que el cariño mutuo permanece. Porque “Historia de un matrimonio” no es “Kramer contra Kramer”, ni “La guerra de los Rose”, sino una batalla civilizada donde los dos contendientes van a salir tocados pero no hundidos, fácilmente reciclables para otros amores que les devolverán la sonrisa y la ilusión.




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