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¿Qué cosa original podría escribir uno sobre la figura de Sherlock
Holmes? Nada, por supuesto. Sherlock ya es tan universal como archisabido. Sus
aventuras -las originales y las inspiradas- llevan más de un siglo
traduciéndose a los mil idiomas, y a los mil lenguajes audiovisuales. Creo que
hasta las novelas de Conan Doyle iban codificadas en el disco de platino de la
nave Voyager, y que ahora van camino de las estrellas, para que algún extraterrestre
las encuentre y las traduzca al marciano o al andromédico, y Holmes, y su
inseparable Watson, ya sean personajes interestelares y transgalácticos.
Hasta mi abuela, que sólo leía la hoja parroquial y las
ofertas del supermercado, sabía quién era Sherlock Holmes: ese inglés tan listo
y tan peripuesto que no se parecía nada a su nieto Álvaro, el menda, que
parecía tan limitado, siempre en sus cosas, amorrado a la tele o a los tebeos. Hasta
los niños de mi colegio, pobrecicos, han visto alguna vez al bueno de Sherlock
en los dibujos animados, o en los cuentos infantiles, y ya no les sorprende que
un espécimen humano o animal -porque Holmes, en los cuentos, casi siempre es el
ratón colorao que se decía antes de los tipos inteligentes- vaya por el mundo moderno
con ese gorro tan raro, y con esa lupa en la mano, persiguiendo crímenes sin
resolver, ahora que los de CSI Miami o los de CSI Alcobendas llegan a la escena
del crimen y lo encarrilan todo en un santiamén, con sus mil accesorios de la
señorita Pepis en la maleta.
Así que nada… Sólo voy a decir -por decir algo, para cumplir con mi folio obligatorio- que a veces los anglosajones
hacen unas película muy entretenidas con el personaje, aunque a veces sean tan disparatadas
como ésta, y salga Robert Downey Jr. pegándose de hostias en los clubs de la
lucha. Algo así como un pre-Tyler Durden de la época victoriana. Sólo que
Holmes, curiosamente, en la película, hace todo lo posible por salvar el Parlamento y las instituciones financieras, y no dedica su inteligencia a provocar
su caída en un acto revolucionario y conmovedor. Porque Holmes, en el fondo, es
un tipo conservador. Un héroe del sistema.
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