🌟🌟🌟🌟
En mi colegio también había un gitano rubio como éste que
encarna Brad Pitt en la película. Juan José de Tal y Tal, de ojos azules, y con anillos de quincalla. Me acuerdo perfectamente de sus apellidos pero no quiero sacarlos
aquí, en escritura pública, porque no tengo los permisos necesarios. Qué habrá sido
de él, me pregunto, ahora que treinta años después le he recordado.... ¿Se preguntará
él, alguna vez, qué ha sido de mí, de aquel empollón de las gafas, de aquel
madridista sin remedio?
Qué habrá sido, en realidad, de todos aquellos chavales… Dónde
estarán, aquellos 41 fulanos que hicimos la EGB codo con codo, ocho años en las
trincheras de los pupitres, como quintos de la mili, juntos como hermanos y miembros
de una iglesia, la del beato Marcelino Champagnat, que rogaba por nosotros desde
el Cielo de los clérigos reaccionarios. Sé que unos quintos han muerto de
cáncer; que otros se ganan el pan como pueden; que a otros les va de puta
madre por la vida… Pero no sumo más de diez conocimientos ciertos, apenas un cuarto
de aquellas biografías que se quedaron en León, o se dispersaron por el mundo.
Qué habrá sido de Juan José, de Juanjo, que tampoco era un gitano en realidad, sino un merchero, un quinqui, como este personaje de la película. Juanjo era un chaval impredecible, tan jovial como peligroso, que venía del barrio de Corea -que no sé por qué lo llamaban así-, un arrabal chungo, de marginales, de drogatas, de gente sin trabajo conocido. Con Juanjo lo mismo te descojonabas de la risa que luego te soltaba un puñetazo, como estos que arrea Brad Pitt en la peli, a mano descubierta. A mí una vez me partió la nariz de un hostíón, por una discusión tonta sobre un gol. Luego, el maestro, en clase, le soltó un bofetón que le hizo caer del pupitre. Recuerdos….
Eso fue antes de que Juanjo empezara
a llevar navajita, en el pantalón del vaquero, como estos canallitas de Snatch.
Cerdos y diamantes. A veces nos la enseñaba, medio sacándola del bolsillo,
con una sonrisa que nos dejaba helados. Los dos últimos cursos ya nadie se
arrimó a él. En clase en convirtió en un fantasma; en el barrio nos lo cruzábamos
a veces, cuando iba y venía de Corea, a sus cosas, cada vez más perdido en su
mundo sospechoso, sin saludar a nadie. Qué habrá sido de él…
No hay comentarios:
Publicar un comentario