Schitt's Creek. Temporada 1

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No he podido, finalmente, continuar con Schitt's Creek. Y mira que lo he intentado, que conste, instigado por el amigo que dice reírse mucho, y abrumado por la lluvia de premios que la serie cosechó. Pero ya en el primer episodio me he dado cuenta de que no, de que la cosa no iba conmigo, porque uno ya tiene el instinto entrenado, y sabe bien lo que necesita. Pero aun así he insistido tres noches seguidas, a ver si se obraba el milagro, si cambiaba el viento del humor.  Y es que a uno le sigue faltando la personalidad, la fortaleza de espíritu, cuando ve que una serie no le dice nada pero insiste porque piensa que el fallo está en él, que no está atento, o que no le alcanza la inteligencia, y achina los ojos y pone cara de superconcentración como cuando nos enseñaban aquellas láminas mágicas que escondían una figura tridimensional, si lograbas el estrabismo confluyente.




    Pero nada... Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible. Siete episodios después se me ha cansado la vista, y se me ha agotado la paciencia. Y la cobardía. La serie, en verdad, no es mala, y me sonrío, a veces, con las peripecias. Pero no me río. Espero todo el rato el golpe genial, la ironía ácida, la maldad hiriente, pero la serie no transita esos parajes. Schitt's Creek no está en mi país. No es mi territorio mental. Con los años me he echado a perder, me he vuelto un cínico y un malpensante, y necesito que la comedia destile, supure, enguarre, lo ponga todo perdido. Aquí, sin embargo, en este rincón del Canadá, todo el mundo es majo y alberga buenas intenciones. Pero como casi todos son estúpidos, entran en conflictos y en malentendidos culturales, pero todo guay, de chichinabo, roussonianos que al final siempre se perdonan con una sonrisa y con una flor. Schitt's Creek es una comedia blanca y rosa, sin clases sociales, y yo necesito humor negro y marrón para que el PH de mi pensamiento no se desequilibre. Es una cuestión química. Estoy podrido por dentro. Necesita volver a ver Seinfeld cuanto antes...