Malaya. Operación secreta

🌟🌟🌟🌟

Todavía hay gente que le ríe las gracias a don Jesús Gil, que en el infierno descanse. Sobre todo en la radio deportiva, que fue su trampolín mediático para hacerse respetable y luego reventar la caja de Marbella a golpe de barrigazos. Y cuando la barriga no podía con el metal, ahí estaba el tal Juan Antonio Roca para sacar la ganzúa fina o el taladro de diamantes. 

De vez en cuando, porque entrevistan a su hijo o porque recuerdan algún título colchonero, estos lameculos recuerdan la figura grasienta de don Jesús con mucha nostalgia. "En el fondo era un tipo entrañable que siempre iba de cara..." Cosas así. Dan ganas de vomitar. Es como si hubieran olvidado que fue un gángster peligroso, un trapacero indecente, un fascista de opereta italiana. Pero claro: don Jesús hacía mucho “de reír” y rellenaba minutos de parrilla con sus ocurrencias de orangután. España es un país conquistado por los anarquistas de derechas y estas cosas ya no nos sorprenden tanto. “¿Me va usted a decir a mí lo que puedo robar y no robar de la caja de Marbella?” El robo lo cometieron los golfos apandadores de Jesús Gil, pero podría haberlo cometido cualquier paniguado que todavía ensalza su figura.

Cachuli, Roca, la Yagüe... A esta gentuza no había más que verla y que oírla en los mítines electorales. Unos catetos sin escrúpulos con una calculadora Casio en el bolsillo. No hay mucho que añadir sobre ellos: son tan esquemáticos como lombrices. No dan ni para rodar una teleserie de las cutres. Aunque algunos fueran muy listos, su grado de complejidad moral es prácticamente inexistente. El único personaje que merecería protagonizar una tragedia de Shakespeare es Isabel García Marcos, que empezó su carrera política denunciando a Jesús Gil y al final terminó participando en el atraco con un bronceado calcado al de Gunilla. 

Cuentan, en “Operación secreta”, que la noche de su tercera derrota electoral la tal Isabel rompió a llorar porque no entendía nada, se repuso con un gesto de rabia y les dijo a sus colaboradores: “¿El pueblo de Marbella quiere corrupción? Pues bien: la van a tener...” No me digan que esto no es puro Macbeth tomando el sol en la playa.