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Austin Powers 2: la espía que me achuchó

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María Umpajote, Marifé Lación... Es que las recuerdo y me troncho por la mitad. Y Johnny Mentero, como jefe de la cuadrilla. Y un gordo cabrón llamado Gordo Cabrón... Personajes inolvidables. Puro acervo cultural. A la altura de Sancho Panza y de Dulcinea del Toboso, que también tenían algo de juego de palabras.

A lo tonto a lo tonto, Mike Myers y su doblador Florentino Fernández han dejado memes inmortales para la gente como nosotros, criada en el arrabal: el mojo, y el "¡oh, sí, nena!", ,y por supuesto, el personaje -y el concepto- de Miniyó. Miniyó, con tilde en la o y dedo meñique sobre los labios.

Miniyó es el deshueve absoluto. Un actor enano, por cierto, porque los acondroplásicos también tienen derecho a trabajar. Miniyó es la aspiración máxima de cualquier padre con hijo o de cualquier madre con hija. No sé si las podemitas dirían “Miniyá” o “Miniyé”. A saber. Tampoco creo que Austin Powers esté precisamente en su santoral. Miniyó es un clon no clonado del todo. Una versión mini que sigue nuestro rollo y guarda un  parecido más que razonable. El orgullo de la sangre. El egoísmo profundo del ADN. La tontería fatal de todo progenitor.

La última vez que vi “La espía que me achuchó” fue precisamente junto al Miniyó de mis cromosomas. Aunque él sea más bien Miniellla... De eso hace ya doce años que han pasado como si fueran doce segundos. Apenas unas campanadas de Nochevieja. Miniyó tenía por entonces trece años más inocentes que el asa de un  cubo. Recuerdo que ni siquiera se enteró de la coña marinera de Marifé Lación... O quizá sí, pero no le vio la gracia por ningún lado. Él siempre fue mucho más maduro que yo, que vivo anclado en una preadolescencia con canas en las sienes. En una especie de progeria ridícula de la cinefilia. 

En mi caso debe de ser el mojo, que aún burbujea por las venas. Ya no es edad, pero ahí está, desafiando a la entropía y a la fecha de caducidad. Mi mojo es mi orgullo y mi condena. Mis esperanzas de maduración pasan por su completa evaporación, pero ni las canículas del verano han podido, de momento, con su densidad de agente secreto.



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